Eduardo Villatoro

Pero mi conciencia me indica que debo expresarme, e inicialmente enfatizo que Israel y Palestina tienen el legítimo derecho de ser reconocidos como Estados y que ambos deben contar con territorios definidos y convivir pacíficamente.

Reitero que me repugna que sean niños las víctimas más desamparadas de esas hostilidades y cuyas gráficas e informaciones han sido hábilmente manejadas por dirigentes de Hamas, el grupo terrorista que gobierna Gaza, y manipuladas propagandísticamente por el bloque musulmán, al pretender hacer creer que los extremistas son víctimas de una política sionista de exterminio, comparándolo con el Holocausto de la Alemania nazi.

La realidad no es así. Utilizo palabras del reputado psiquiatra forense Manuel Tanay, judío sobreviviente del Holocausto, quien afirma que los fanáticos dominan el Islam (incluyendo a los palestinos de Hamas); los mismos extremistas que provocan guerras, hostilizan a los israelíes, sistemáticamente masacran cristianos (católicos romanos y ortodoxos y protestantes o evangélicos) en África. Fanáticos que colocan bombas, decapitan, asesinan, lapidan a mujeres de su propia raza y a homosexuales, que enseñan a niños y jóvenes a matar infieles y a convertirse en suicidas terroristas.

Se niega que gobiernos musulmanes procuran eliminar al Estado de Israel, así como se pregonaba que países del Este de Europa se habían aliado voluntariamente a la extinta Unión Soviética; pero Stalin (que aún tiene seguidores en Guatemala y se expresan libremente en diarios impresos) ordenó el genocidio de 50 millones de rusos y originarios de naciones satélites. Se argumenta que muy pocos alemanes eran nazis, pero millones admiraban a Hitler, se adhirieron espontáneamente a su partido y callaron ante el exterminio de judíos, gitanos, polacos y oriundos de otros países europeos que conquistaron las hordas hitlerianas.

Las evidencias demuestran que rusos, alemanes y también japoneses que permanecieron inicialmente indiferentes a las discriminaciones de las minorías, y a la arrogancia de sus líderes fanáticos de supremacías racistas o ideológicas, terminaron por unirse a los ejércitos invasores y sojuzgaron a pueblos indefensos.

La mayoría mundial dejó que todo sucediera, hasta que no estuvo en riesgo su sobrevivencia. Así permanecemos actualmente. Condoliéndonos con justa razón de los niños palestinos; pero indiferentes ante los fanáticos musulmanes que persiguen la destrucción de la civilización occidental, con todas sus precariedades, pero disfrutando de libertades de culto, de cultura, de diversidad política, que son reprimidas violentamente por gobiernos extremistas musulmanes.

(Al haberse interrumpido la frágil tregua entre Hamas e Israel, los terroristas del grupo yihadista Estado Islámico divulgaron la fotografía del periodista norteamericano James Foley instantes antes de ser decapitado y luego el vídeo en que aparece un musulmán degollando al prisionero).

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