Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

Me ha tocado ver muy frecuentemente en el condado de Collier, al sur de la Florida, cómo los agentes de policía le tienen el ojo puesto a los vehículos en los que se conducen jardineros u obreros de la construcción, mayoritariamente latinos y en general sin papeles. Las cortes de ese condado trabajan horas extras en casos en los que se juzga a conductores hispanos que por carecer de documentación migratoria no pueden obtener licencia de conducir y que lo tienen que hacer para realizar el trabajo para el que fueron contratados. No se puede negar que hay algunos casos en los que los acusados infringieron leyes de tránsito o conducían bajo efectos de licor, pero la inmensa mayoría de los casos son de personas que sin violar ninguna norma fueron detenidas simplemente porque tenían el estereotipo.

La población de color en Estados Unidos sigue sintiendo que simplemente por su origen es tipificada como un peligro potencial. Cuando los blancos se topan con un grupo de afroamericanos, generalmente cambian de banqueta para evitar el contacto y demuestran abiertamente su sospecha de que pueden ser víctimas de “algo”. Y de la misma forma procede la Policía, que a la hora de ver a un par de muchachos blancos por la noche en alguna calle, simplemente pasan de largo, pero si los jóvenes son negros, son inspeccionados y, generalmente, detenidos para averiguar qué hacen y a dónde van. Ese parece ser el caso de Brown y de un amigo que le acompañaba por una calle de Missouri cuando iba a visitar a su abuela. El joven de 18 años era de gran tamaño y pese a su rostro bonachón provocó la suspicacia de un agente policial que no ha sido aún identificado ante la opinión pública.

La Policía sostiene que hubo un enfrentamiento físico y que el joven trató de tomar el arma del agente. El sobreviviente dice que el agente ya tenía el arma en la mano y cuando les apuntó ambos trataron de apartarse de la posible línea de fuego, sin éxito porque Brown fue alcanzado varias veces por los disparos del patrullero.

La lucha por los derechos civiles, que duró años y se consagró en los años sesenta con leyes contra la discriminación, pareció llegar a su éxito total con la elección de un Presidente afroamericano. Hoy Obama se lamenta de esa forma perversa en que se sigue estereotipando al negro como delincuente, drama que también afecta a nuestros hermanos guatemaltecos que trabajan en Estados Unidos.

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