María José Cabrera Cifuentes
mjcabreracifuentes@gmail.com

A partir de dicho conflicto, Occidente impuso duras sanciones contra Rusia en varios sectores, incluyendo el energético, militar y financiero, con el objetivo de reprochar el papel que, según nos cuentan los medios, ese gigante oriental ha jugado en Ucrania.

Adelantarse a que la imposición de sanciones tarde o temprano sería un hecho era cosa sencilla. El patrón de comportamiento occidental es predecible con una rápida mirada al pasado en eventos categóricos similares. Sin embargo, es conveniente no solo identificar los posibles cursos de acción o intervención de los países en sus relaciones, sino tratar de entender y accionar tempranamente desde una perspectiva estratégica, para potenciar las oportunidades que podrían traer a Guatemala.

Junto al anuncio del contraataque de la Federación Rusa con las restricciones comerciales que impondría a aquellos países que se unieron a las sanciones en su contra, llegó el anuncio de un acercamiento comercial a América Latina, quien le supliría productos alimenticios en sustitución a las importaciones provenientes de sus proveedores tradicionales, principalmente miembros de la Unión Europea.

Para tratar ese tema, expertos de la Federación Rusa se reunieron con embajadores de la región para afinar detalles de lo que sería ese acercamiento comercial. Los países del sur que tomaron parte en estas conversaciones fueron Ecuador, Chile, Brasil y Argentina, aunque en este último se consideró que el aumento de importaciones podría tener algunas complicaciones.

Lo anterior nos hace preguntarnos por qué en Guatemala ninguna institución o individuo vislumbró esto como una eventual oportunidad para el comercio en el país y adelantarnos a ofrecer nuestros productos a la enorme nación rusa.

No se trata de enemistarnos con nuestros socios de Occidente partiendo de la noción de que la Guerra Fría está extinta, o al menos la que se fundaba en principios ideológicos. Es probable que en la actualidad estemos frente al inicio de una versión “reloaded” de esa guerra aunque con pinceladas fundamentales de otro tipo. Sin embargo, si Guatemala sigue siendo llamado un país del “Tercer Mundo” (en su acepción más elemental, que nada tiene que ver con la idea de desarrollo), que sea por una razón adecuada que implique nuestra imparcialidad en la misma y la libertad de acción en cuanto a nuestras relaciones económicas y comerciales.

Es prudente reconocer las limitaciones productivas que tiene Guatemala, en primer lugar para llenar las expectativas de calidad del mercado ruso así como su capacidad de posicionarse positivamente en cuanto a su competitividad en el mismo. Por esta razón es necesario plantearse lineamientos estratégicos que conduzcan al desarrollo del sector productivo que permitiría a la nación poder ampliar y estrechar lazos comerciales con diversidad de socios, aunque quizá esta oportunidad ya se nos haya escurrido por los dedos.

Sin embargo, y a pesar de las dificultades que se tienen actualmente para cumplir requisitos y para competir con sociedades, aunque cercanas, mucho más avanzadas, no es tarde para Guatemala. Buscar un acercamiento comercial con Rusia, sería en este momento crucial para lograr el crecimiento económico y la generación de empleo indispensable para el desarrollo. Para acercarnos en el mediano plazo a la eliminación de nuestras limitantes, es fundamental que el gobierno del presidente Pérez Molina ponga a funcionar las instancias de análisis estratégico de las instituciones para no seguir como siempre, quedándonos fuera de la jugada.

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