Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt
Creo que el pueblo judío tenía y tiene absoluto derecho a vivir en su propio Estado y que la decisión de la comunidad internacional en las Naciones Unidas fue un acto de justicia. Pero idéntico derecho creo que tiene el pueblo palestino y por ello entiendo su lucha que se puede equiparar a la que durante años mantuvieron los movimientos sionistas para recuperar el territorio que históricamente fue asiento de Israel. No hay ninguna razón para que el reconocimiento del derecho al pueblo judío signifique la negación del derecho al pueblo palestino y existen en el derecho internacional los mecanismos para garantizar la seguridad de ambos estados y su convivencia.

Lo que pasa es que Israel se niega a reconocer el derecho de los palestinos y alega el tema de su propia seguridad, pero la misma se ve comprometida precisamente por el comportamiento violento que ha tenido durante más de sesenta años en una política que más que de protección y defensa ha sido eminentemente expansionista. Los últimos hechos en el Cercano Oriente han venido a poner en evidencia el terrible desbalance que hay en la lucha que se libra en la región y la forma brutal, despiadada y criminal en que se ha comportado el gobierno israelita al atacar a población civil inocente con el argumento de que los niños son usados como escudos humanos, extremo imposible de comprobar.

Afortunadamente por vez primera la opinión pública internacional está tomando conciencia de lo que significa la política radical del gobierno israelí y hay un repudio más evidente a sus prácticas de terrorismo de Estado. Un terrorismo que compromete seriamente a sus aliados, entre ellos y de manera muy puntual a los Estados Unidos, porque se ha demostrado que para los judíos no hay socios ni amigos, como se demostró con el espionaje a que sometieron al Secretario de Estado norteamericano para estar al tanto de los planes de paz y  de esa manera torpedearlos sistemáticamente.

Washington recibió un poco de su propia medicina con ese episodio de espionaje que tiene que haber dolido mucho a los servicios de contrainteligencia porque permitió a Netanyahu disponer de los elementos para impedir avanzar cualquier esfuerzo de paz. El gobierno actual de Israel no busca la paz ni acepta la convivencia necesaria de dos estados en la misma zona, con respeto a la dignidad y seguridad de los palestinos a los que mata con la misma frialdad, para decir lo menos, que mostraron los nazis en contra del pueblo judío.

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