Luis Fernández Molina

También los jueces deben ser más conscientes en cuanto a ordenar una privación de libertad por hechos menores como un hecho culposo de tránsito. Por otra parte hay soluciones de avanzada como los brazaletes electrónicos que ahorran alimentación, seguridad y cuidados y cuya implementación costaría unos pocos millones de quetzales frente a los más de mil millones en el proyecto de nuevas construcciones más mantenimiento. Igualmente Guatemala no necesita de más policías, van a ser siempre insuficientes.

Guatemala reclama urgentemente empleos. Cada año saltan al mercado más de 200 mil impulsados por esos resortes de ilusión y energía. Lamentablemente deambulan errantes en medio de un mercado que no les ofrece lugar. Pero jóvenes, medianos o mayores, de cualquier condición social, necesitan comer 3 veces al día, o al menos 2 o por lo menos una vez al día (qué escenario más deplorable). Y de alguna forma tienen que conseguir ese alimento. Repito, de alguna forma o mejor dicho ¡de cualquier forma! Claro, lo idóneo es un buen empleo que le provea un salario decente.

Por lo mismo Guatemala necesita de empresarios, de personas dispuestas a invertir –esto es, arriesgar– su patrimonio y su tiempo en algún proyecto. Claro, su principal motivación va a ser la ganancia. Bendita ambición que mueve los engranajes de una maquinaria dispuesta al ocio y a la ley del menor esfuerzo. Bien por los diligentes que dedican todos sus esfuerzos al trabajo tesonero; que se esfuerzan desde la madrugada buscando los productos o alimentos, o que se quedan en su fábrica hasta altas horas de la noche. Necesitamos muchos de ellos porque son, los únicos, que pueden ofrecer plazas de trabajo productivas.

El empresario es por definición un competidor, un jugador que debe ganar en la justa del mercado. Necesita por ende que en ese juego haya reglas parejas, que todos observen por igual; entra aquí la lacra del contrabando y de las viciadas evasiones fiscales que obligan a los que sí son cumplidores a tener que cerrar su negocio o enrolar la lista de los corruptos. Esas leyes deben ser claras, preestablecidas e inconmovibles (salvo excepciones fundamentadas). Requiere asimismo de seguridad en general. Cuántos empresarios han ido cerrando sus negocios por causas de la una plaga de extorsiones que está literalmente asfixiando toda nueva iniciativa.

Y la competencia es mayor cuando se traslada al campo internacional. El empresario guatemalteco debe contender con empresarios de otros países, especialmente nuestros vecinos. Energía barata, infraestructura fluida, burocracia eficiente, leyes laborales más realistas que satisfagan la necesidad de mano de obra con el empleo digno. Todos estos temas requieren mucha visión, nacionalismo y lucidez. Poco ayudan las posturas intransigentes, sesgadas, dogmatizadas. Es hora de comprender que en el horizonte se está formando una gran tormenta. Hagamos de Guatemala nuestro propio TPS.

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