Las zonas metropolitanas del país, pero principalmente la ciudad capital, han dejado que se establezca el desorden en el crecimiento de la ciudad capital y aunque quieran decirnos que se han hecho planes y políticas nuevas, lo cierto es que en el caso de la capital, ya sabemos que salvo un jugoso fideicomiso o una jardinera que con sus flores encante los ojos, no interesa que se mejore.

Es por ello que se tiene que hacer política de desarrollo real y entender que el sistema del agua que se sigue utilizando, abastecido por Xayá Pixcayá desde principios de la década de los 70, ya no es suficiente para satisfacer las necesidades de una población que, evidentemente, se ha multiplicado.

La política de las licencias de construcción no es para sacar la mordida de los constructores sino para garantizar que se toman en consideración las necesidades urbanas que permitan la planificación y ordenamiento. Sin embargo, nadie en Guatemala sabe con qué y de dónde se abastecen los residenciales, edificios y complejos. Menos, que exista un plan de desarrollo de plantas de tratamiento de aguas servidas y otra de aguas industriales para que vuelvan a los centros de nutrición natural ya habiendo sido tratadas. Se apuesta a que el único “proceso de limpia” del agua es el filtro por el subsuelo en los pocos casos en que así es la ruta del agua.

A nivel nacional se tiene que considerar este un problema a tomar en cuenta. No puede dejarse el control del agua a los incapaces que durante décadas han manejado las empresas municipales como negocios familiares para nutrirse de plata sin que se preste un mínimo servicio a la población.

Es urgente establecer políticas de corto, mediano y largo plazo que nos vengan a garantizar la captación y fortalecimiento de las fuentes por medio de evitar el sello del suelo por el concreto, eliminación de bosques y desprotección de cuencas; buscar y controlar las fuentes de abastecimiento actual así como la capa freática de la que se aprovechan los constructores sin control; terminando con un eficiente tratamiento de agua servida o de desecho industrial. Tener agua es un lujo en Guatemala pero nos ofende que nos digan subdesarrollados.

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