Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com

Las reuniones que se están produciendo en México, Honduras y hoy en Estados Unidos para tratar el tema de la inmigración especialmente de los niños, no pueden quedarse en un ejercicio de opiniones y de cero resultados.

El presidente Otto Pérez Molina y la vicepresidenta Roxana Baldetti pueden gastar cien veces más de lo que ya están haciendo en publicidad para promover su imagen y todo será estéril porque han desatendido, durante dos años y medio, la Canasta Básica, los salarios mínimos y la nutrición infantil; la inmigración que se ha ido generando de miles de miles de niñas y niños guatemaltecos es como la caída del muro de Berlín.

La situación social que está produciendo la inmigración de hombres y mujeres adultos es como una aspiradora en lo que se refiere a los niños que quedan en calidad de huérfanos en el país. La falta de comprensión y de existir una política laboral, salarial y económica, por la incapacidad del ministro de Economía, Sergio de la Torre o del ministro de Trabajo, Carlos Contreras Solórzano solo hará que lo que resta del actual gobierno se convierta en un caos social. Es igual que cuando se le quita el tapón a una piscina, el agua se empieza a ir y nada la puede detener.

54 mil niños dicen las estadísticas que han inmigrado en este último año hacia los Estados Unidos y va a ser más del doble los que inmigrarán en el año y medio que les resta al actual gobierno Patriota. Al gobierno norteamericano no le van a alcanzar ni los lugares de detención, ni los aviones que contrate para traer en un día o en los 365 días del año al mismo número de niños inmigrantes que le llegue a su territorio.

El hambre, la falta de oportunidades de trabajo es incontenible para países como Guatemala, Honduras, El Salvador y México. El problema debe abordarse y resolver en las relaciones bilaterales entre Estados Unidos y nuestros países. Ninguna medida coercitiva impedirá la inmigración, solo la creación de condiciones sociales y económicas pueden hacer que las personas se queden en su tierra. Cuando se desencadena un huracán no hay árbol que aguante un ventarrón de 200 kilómetros por hora, lo mismo es lo que le pasa a quienes ante la falta de trabajo, la falta de salarios justos, la falta de un futuro mínimo no tienen nada que perder y están dispuestos a montarse en una bestia mecánica que los lleve hacia donde creen que pueden sobrevivir ellos y sus hijos. La frontera física entre Estados Unidos y México, entre México-Guatemala y Centroamérica es porosa.

Paguen precios justos por las materias primas, por los productos que exportamos y exíjanle a los exportadores, intermediarios y productores que le paguen al recurso humano con que producen de forma justa.

¡Guatemala es primero!

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