Walter Juárez Estrada.
El error político del presidente Giammattei, de pedirle a la fiscal general Maria Consuelo Porras la destitución de Juan Francisco Sandoval, ha causado un descomunal descontento y los aliados que antes tenía el gobernante, entre ellos el eminente epidemiólogo Edwin Asturias Barnoya, rebasó el vaso de la desconfianza del pueblo con un gobernante autoritario e irracional, que no analizó las gravísimas consecuencias que iba a tener la salida de quien fue reconocido a nivel internacional “como campeón de la lucha contra la corrupción”.
Giammattei es dado a exabruptos; la destitución de Sandoval, es una represalia. El ex jefe de la FECI, estaba por promover procesos contra altos funcionarios del gobierno, incluyendo al mandatario a quien se le iba a imputar su relación con los Q122 millones hallados en una casa de Antigua, la visita de los ciudadanos rusos en su residencia de la zona 15, donde le habían entregado una cuantiosa suma de dinero en efectivo. Verdad o mentira esa sindicación dio margen para echar por los suelos el excelente trabajo que venía realizando Sandoval que sin quererlo se ha convertido en un héroe contra la corrupción.
Giammattei y Porras, no deben olvidar que el pueblo es el soberano, es el que pone y el que quita. Cualquier incriminación que la Fiscal General quiera hacerle a Sandoval, no tiene sustentación y ella debe ser enjuiciada por violar la Constitución y la Ley Orgánica del MP al remover al jefe de la FECI, sin darle chance de defensa y debe prosperar en la Corte Suprema de Justicia, la solicitud de antejuicio en su contra por varios delitos y si la funcionaria tiene una ”pisca de vergüenza y dignidad” debe poner a disposición del Presidente su cargo, para calmar las aguas que están sumamente agitadas, porque la petición de renuncia será reiterada, como lo han manifestado miles de guatemaltecos que se han fundido en esa exigencia y así lo han hecho ver en las manifestaciones en el interior y en la capital.
Los errores se pagan caro. Extraña que Giammattei, no honre sus apellidos que son de abolengo y de familias muy poderosas de Guatemala. Si bien es verdad que él se mantendrá aferrado al cargo, la solución es solo una: la destitución o renuncia de la Fiscal General, que se ha plegado a los socios corruptos del gobierno con el interés que se le reelija, que pone en duda, porque es la funcionaria más odiada de toda Guatemala, que ha recibido tacha a nivel internacional por la decisión de remover a Sandoval, sin causa que lo justificara.
El grito anticorrupción seguirá resonando en todo el país, como lo han señalado los pueblos el pasado 29 de julio es el día de la unidad, porque se han unido sin credos políticos y religiosos con consigna: la renuncia de Giammattei y de la impopular fiscal general Porras Argueta, juzgada y condenada en todas las instancias por el exabrupto de plegarse a los corruptos que por años han sido los responsables que el país siga siendo blanco de hechos deleznables y repudiables, como la desarticulación de la FECI, que era un bastión para derrumbar la cooptación de los poderes del Estado minados de actores que solo buscan beneficios personales y económicos.