Hubo una época aciaga, en la que los 33 países de América Latina y el Caribe (ALC) eran considerados como su patio trasero por Estados Unidos de América (EE. UU.). En 1823, el presidente James Monroe proclamó la doctrina que establecía: «América para los americanos» (America for the Americans), la cual rechazaba la intervención europea en el continente.
Siglo y medio después, la potencia del norte se inspiró en la misma doctrina Monroe para vetar la incidencia de la Unión Soviética en América y, dos centurias más tarde, hace lo propio para tratar de frenar la creciente presencia de China en el continente, pero ALC ha decidido dar un viraje hacia el oriente y acercarse a Pekín, con una fuerza que ya es irreversible, lo cual se refleja en el monto del comercio, el número de proyectos de infraestructura y la cantidad de empleos generados, que superan por mucho a la relación con EE. UU. y la Unión Europea.
En 2013, la República Popular China lanzó la Iniciativa de la Franja y la Ruta (Belt and Road-BRI), el mega plan de Pekín para fomentar la infraestructura y conectividad global. Hasta ahora, más de 150 países y 30 organizaciones internacionales han firmado acuerdos de cooperación en el marco de esta iniciativa, incluidas 23 naciones en América Latina y el Caribe, siendo Colombia la última, que recién suscribió la Iniciativa el pasado 14 de mayo.
El presidente Gustavo Petro precisó que este plan busca trabajar el desarrollo en la cooperación entre Colombia y China en cinco áreas estratégicas: transición energética, agroindustria, reindustrialización del sector salud, inteligencia artificial e infraestructura tecnológica, y movilidad. El mandatario colombiano calificó este como “el paso más audaz en décadas”, al considerar que la firma de este plan de cooperación “abre un horizonte de infinitas oportunidades en comercio, inversión y turismo”.
Desde que fue lanzada, el contexto para la cooperación China-América Latina y el Caribe se basa en la Iniciativa descrita. Además de la relación bilateral con cada país de ALC, existe un foro regional para generar una cooperación comprehensiva de beneficio mutuo, denominado Foro China-CELAC, que se reunió a nivel ministerial en 2015 en Beijing, luego en 2018 en Santiago, Chile y de nuevo en 2021, en Beijing.
Un estudio del Banco Mundial atribuye a la BRI más de US$1,6 billones en beneficios económicos globales, con impacto en 7,6 millones de personas bajo pobreza extrema, y 32 millones en pobreza moderada.
En 2013, el presidente Xi-Jinping lanzó la Iniciativa de la Franja y la Ruta, y por una década esta fue la principal estrategia de China, y el marco para sus relaciones económicas. Pero recientemente, a esta Iniciativa China ha agregado otras tres: la Iniciativa de Desarrollo Global en 2021 (IDG), la Iniciativa de Seguridad Global en 2022 (ISG) y la Iniciativa para una Civilización Global en 2023 (ICG), a las que me referiré en un segundo artículo.
Con estas cuatro iniciativas China ha planteado al mundo un marco comprehensivo de ideas de fuerza, y las está usando no solo para enmarcar y estrechar sus relaciones con todos los países del orbe, sino haciéndolo de manera tal que estas ideas den origen a un nuevo orden mundial o, como lo llaman algunos analistas, una “globalización con características chinas”.
Lo cierto es que la creciente presencia de China en el escenario mundial, ALC incluida, está cambiando y redefiniendo en gran medida la naturaleza de la geoeconomía y la geopolítica mundiales.
El gran reto de los países de ALC en materia de desarrollo es cómo avanzar para construir un futuro más productivo, inclusivo y sostenible, creciendo a tasas mayores de un 1% anual, pues de lo contrario es muy difícil reducir la pobreza y la informalidad, crear empleo de calidad y tener ingresos tributarios que permitan ampliar los recursos fiscales.
Este contexto plantea a ALC la urgente necesidad de elevar sus tasas de inversión y crecimiento, y de promover una gran transformación productiva, objetivos a los que la cooperación con China puede ayudar sustancialmente, considerando su crecimiento socioeconómico exponencial.
La transformación de China en una superpotencia económica y manufacturera se refleja en que su Producto Interno Bruto (PIB) pasó de representar el 4% del PIB mundial en 1991 a representar el 19%, casi una quinta parte del PIB mundial, en 2022. Como punto de comparación, Estados Unidos representa un 16% del PIB mundial, y ALC un 8%. Es decir, el PIB de ALC en su conjunto es la mitad del PIB de los Estados Unidos y un 42% del de China. En el mismo período, China pasó de representar el 5% de la producción mundial de manufacturas, a representar el 35%, más que toda la producción manufacturera de los países del G7 juntos. Además, en el 2023 China fue el principal socio comercial de 120 países en el mundo.
La irrupción de China en el comercio exterior de ALC en las últimas dos décadas ha sido insólito: en 2022 se acercó a los 500,000 millones de dólares, con lo que multiplicó 35 veces su valor. Como resultado, China ha desplazado a la UE como el segundo socio comercial de la región en su conjunto, y es el mercado de exportación más importante para América del Sur, mientras que ALC es el cuarto socio comercial de China.
En 2022, las compras chinas a ALC (8.5%) superaron lo que compró a EE. UU. (6.6%), brecha que se ampliará con la guerra arancelaria de Trump.
El progreso tecnológico de China ha sido tan espectacular como el crecimiento de su economía. Los indicadores de tecnología colocan a China justo detrás de los Estados Unidos. En algunos ámbitos, como la inteligencia artificial, muchos observadores consideran que China ya es, o pronto se convertirá, en el líder mundial. Aunque China aún tiene mucho trabajo por hacer, su avance como líder tecnológico está cambiando la distribución global de los recursos de conocimiento en el mundo. Recientemente, China ha comenzado una etapa de cooperación con ALC que involucra colaboración tecnológica y científica, y en temas de innovación.
Por otra parte, en los últimos 22 años el valor de las exportaciones de ALC a China se expandió a una tasa anual del 31,2%, lo que triplica la tasa de crecimiento de nuestras exportaciones al mundo, que fue de 9,6%. Para mejorar el acceso al mercado chino de 1,300 millones de consumidores, Chile (2005), Perú (2009), Costa Rica (2011), Nicaragua (2024) y Ecuador (2024), han firmado Tratados de Libre Comercio con Pekín. Las negociaciones con Honduras están en su fase final.
La región tiene el gran reto de elevar la sofisticación tecnológica y el valor agregado de sus exportaciones de materias primas (80%) hacia China, lo cual es tanto un gran reto como una gran oportunidad.
En relación con infraestructura, un elemento central de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, según el Monitor de Infraestructura China en América Latina y el Caribe 2022 (Dussel Peters, 2022), aproximadamente 192 proyectos de infraestructura fueron terminados y efectivamente realizados por empresas chinas en América Latina y el Caribe hasta 2021, representando una inversión acumulada de 98 mil millones de dólares, y un aporte estimado en la creación neta de empleos de 673,000 puestos de trabajo, para los países del continente. La mayoría de estos proyectos se ejecutaron a partir de 2015.
El desarrollo de estos proyectos es importante a la luz de las grandes necesidades de infraestructura en los países de la región ya que, con la excepción del África Sub-Sahariana, ALC es la región del mundo con las tasas más bajas de inversión en infraestructura de todas las regiones del mundo.
En una próxima entrega desarrollaré temas relevantes como la Inversión Extranjera Directa (IED), la transferencia de tecnología, la energía renovable y la interconexión eléctrica, y otros temas puntuales, así como las otras tres iniciativas globales que China ha presentado al mundo, y a ALC en particular.
Si a estos datos duros en materia de comercio, tecnología, inversión, empleo e infraestructura se le suman las políticas de Donald Trump de construir muros fronterizos, perseguir y deportar migrantes, imponer aranceles a los productos de ALC, gravar las remesas, etc. no es difícil entender el viraje de América Latina y el Caribe hacia China.