Intitulo esta columna con la voz Nuestra América, que es término y es concepto, acuñada por el patriota, periodista y poeta cubano José Martí, con la que intituló un legendario ensayo que fue publicado en la Revista Ilustrada de Nueva York, Estados Unidos, el 10 de enero de 1891. Con el tiempo, esta voz nos la apropiamos aquellos que, habiendo nacido y bregado en América, reivindicamos una identidad de resistencia y lucha revolucionaria en el continente, combinando resiliencia y multiculturalidad. Somos, como nos enseñó Martí, hijos de nuestra América, que ha de salvarse con sus indios, y va de menos a más.

Sostengo con decenas de analistas, que vivimos los mayores tiempos de incertidumbre desde la Segunda Guerra Mundial. Por ello, es de la mayor importancia identificar los riesgos y fracturas de Nuestra América, para enfrentar los primeros y subsanar las segundas, en el esfuerzo por construir un continente pletórico de justicia y libertad, pues no hay patria en que pueda tener el hombre más orgullo que en nuestras dolorosas repúblicas americanas.

Por quinto año consecutivo, el Centro de Estudios Internacionales UC (CEIUC) ha publicado su Índice de Riesgo Político de América Latina-2025, consolidándose como una herramienta esencial para los tomadores de decisiones en los sectores público y privado. A lo largo de este quinquenio, ha podido identificar con rigor los principales riesgos políticos que inciden en la región, generando tanto oportunidades como desafíos para el clima de negocios y las inversiones, al tiempo que pone a prueba la gobernabilidad democrática. Por las limitaciones de espacio, ofrezco una reseña parcial de este valioso esfuerzo analítico.

El CEIUC identifica los diez principales riesgos políticos para Nuestra América, comenzando con advertir “un panorama geopolítico marcado por una creciente turbulencia e incertidumbre, donde cinco riesgos políticos globales reflejan un orden mundial cada vez más complejo: persistencia inflacionaria, agravamiento del cambio climático, auge del proteccionismo, irrelevancia regional y escalada de conflictos bélicos”.

El Centro analiza que, en el ámbito regional, tres riesgos se han vuelto estructurales, repitiéndose año tras año en los primeros lugares: inseguridad y crimen organizado, corrupción y democracia con escasos beneficios sociales. Además, sube con fuerza en el índice la nueva ola migratoria y las deportaciones masivas, mientras que la desinformación y la polarización tóxica emergen como riesgos cada vez más relevantes.

En opinión del CEIUC, por tercer año consecutivo, la inseguridad, el crimen organizado y el narcotráfico lideran el índice. América Latina enfrenta una crisis de seguridad multidimensional, donde el crimen organizado ha evolucionado hacia estructuras transnacionales, integradas y profesionalizadas. Según un balance de homicidios de 2023, realizado por InSight Crime, la región registró una tasa aproximada de 20 homicidios por cada 100 mil habitantes, de los cuales el 50% está asociado al crimen organizado, en contraste con el 24% a nivel global, duplicándolo.

El segundo lugar lo ocupa la corrupción estructural, un riesgo político transfronterizo. Aunque algunos países han intentado avanzar en transparencia y buen gobierno, la mayoría continúa atrapada en un ciclo de corrupción e inestabilidad estructural, como le sucede a Guatemala.

En tercer lugar, el CEIUC destaca la nueva ola migratoria y las deportaciones masivas, que han escalado significativamente desde la quinta posición del año pasado. Este aumento se debe principalmente a la agudización de la crisis en Venezuela, Haití y Cuba, la situación en América Central y en algunos países de América del Sur, así como al anuncio del presidente Trump de implementar un plan de deportaciones a gran escala.

El cuarto lugar lo ocupa la democracia con escasos beneficios sociales y el avance del autoritarismo, un riesgo persistente que se mantiene entre los cinco principales desafíos por cuarto año consecutivo.

Según el Centro, en quinto lugar se ubican la desinformación y la polarización tóxica, síntomas del auge de movimientos políticos cada vez más radicalizados y de una creciente fragmentación social, así como del mal uso de las redes sociales, todo lo cual divide a las sociedades en bloques ideológicos, profundamente irreconciliables.

Por la estrechez de espacio editorial, solamente listo los otros cinco riesgos identificados por el CEIUC, que están determinados por factores geopolíticos: 6) persistencia inflacionaria; 7) agravamiento del cambio climático; 8) auge del proteccionismo; 9) irrelevancia regional; y 10) escalada de conflictos bélicos.

Este análisis subraya la necesidad de estrategias integrales y coordinadas para abordar estos riesgos, promoviendo resiliencia institucional, cooperación regional y un enfoque sostenible para mitigar las amenazas a la estabilidad de América Latina. En este contexto, ha sido de la mayor relevancia la elección, por aclamación, del surinamés Albert Ramdin, como nuevo Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA).

La legitimidad con la que Ramdin fue electo, sin el beneplácito de EE.UU., le permitirá tratar de subsanar las fracturas políticas que promovió Almagro, y jugar un papel de primer orden en dos eventos continentales de gran relevancia: la X Cumbre de las Américas, el cónclave regional más importante para los países del Continente, que tendrá lugar en octubre, en la República Dominicana, y será un escenario en el que la administración Trump intentará imponer sus planes para la región.

El otro cónclave crucial es la COP-30, que se celebrará en noviembre en Belém, Brasil, que permitirá posicionar a América Latina como líder en la agenda climática mundial. La protección de la Amazonía será un tema nodal en el evento, destacando su papel crítico en el equilibrio climático global. Este encuentro es una oportunidad para que la región defienda sus intereses ambientales y promueva un desarrollo sostenible, frente a las políticas extraccionistas que las élites tecno-feudales están imponiendo globalmente.

A pesar de este conflictivo escenario de crisis compleja e integral, América Latina tiene la posibilidad de posicionarse como un actor de primer orden en áreas estratégicas como la producción de alimentos, los minerales estratégicos, la energía limpia, la conservación ambiental, y la democracia multicultural. La COP-30 constituirá una ocasión trascendental para que la región asuma un liderazgo visible en la agenda climática global.

Ante este escenario de incertidumbre y riesgos políticos, América Latina debe fortalecer la coordinación, la cooperación y la integración, priorizando la estabilidad democrática y aprovechando sus ventajas comparativas para enfrentar los desafíos globales, particularmente el de la desigualdad social.

Además, la elección de Albert Ramdin como nuevo Secretario General de la OEA podría revitalizar el multilateralismo regional, siempre que impulse políticas de cooperación efectiva, promueva el fortalecimiento institucional, atienda las demandas sociales, y defienda la soberanía de Nuestra América.

Víctor Ferrigno F.

Jurista, analista político y periodista de opinión desde 1978, en Guatemala, El Salvador y México. Experiencia académica en las universidades Rafael Landívar y San Carlos de Guatemala; Universidad de El Salvador; Universidad Nacional Autónoma de México; Pontificia Universidad Católica del Perú; y Universidad de Utrecht, Países Bajos. Ensayista, traductor y editor. Especialista en Etno-desarrollo, Derecho Indígena y Litigio Estratégico. Experiencia laboral como funcionario de la ONU, consultor de organismos internacionales y nacionales, asesor de Pueblos Indígenas y organizaciones sociales, carpintero y agro-ecólogo. Apasionado por la vida, sobreviviente del conflicto armado, luchador por una Guatemala plurinacional, con justicia, democracia y equidad.

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