A partir del 7 de octubre de 2023 -cuando Hamás lanzó un ataque sin precedentes en territorio israelí que dejó 1,200 muertos- Netanyahu ha insistido en su objetivo de crear un “nuevo orden” en Medio Oriente y ha impulsado una ofensiva con consecuencias devastadoras: más de 41,000 personas han muerto en Gaza, mientras en Líbano la cifra ya supera los 2,000, de acuerdo con las autoridades de ese país.
En ese contexto, Israel encara múltiples frentes de guerra: Hamás en la Franja de Gaza, Hezbolá en Líbano, los hutíes en Yemen, la confrontación entre palestinos e israelíes en Cisjordania, las milicias chiítas en Irak y Siria, e Irán. Todo lo anterior ha llevado a que hoy estemos ante uno de los “momentos más peligrosos” de la historia reciente en Medio Oriente, según los expertos en seguridad de zona, pues la escalada bélica ya ha adquirido proporciones regionales, y amenaza en convertirse en una conflagración nuclear, pues tanto Israel como Irán cuentan con armas atómicas.
La resolución 2728 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, adoptada el 25 de marzo de 2024, exigió un alto al fuego inmediato de la guerra de Israel en Gaza durante el mes sagrado musulmán del Ramadán, seguido de un alto al fuego sostenible y duradero. Asimismo, exigió la liberación inmediata e incondicional de todos los rehenes, y garantizar el acceso humanitario para abordar sus necesidades médicas y humanitarias.
Esta demanda de alto al fuego da un respiro a esta sufrida región, en la que según el Ministerio de Salud de Gaza, más de 32,000 palestinos han perdido la vida durante los combates. El citado Ministerio no diferencia entre civiles y combatientes en su recuento, pero dice que las mujeres y los niños representan dos tercios de los muertos.
La población gazatí también enfrenta una grave emergencia humanitaria, como advirtió el 18 de marzo una autoridad internacional sobre el hambre, con un informe que alertaba que «la hambruna es inminente» en el norte de Gaza, y que la escalada de la guerra podría llevar a la mitad de los 2,3 millones de habitantes del territorio al borde de la hambruna.
Con 107 años, este es uno de los conflictos más antiguos de la humanidad, que dio inicio con la Declaración Balfour del Reino Unido, que prometió “un hogar nacional para el pueblo judío en Palestina”, un territorio que los palestinos consideran como propio. En 1922, la Sociedad de Naciones concede al Reino Unido el mandato sobre el antiguo territorio otomano de Palestina. Entre 1936 y 1939 se dan las primeras rebeliones palestinas contra el mandato británico y la inmigración judía.
En noviembre de 1947, la Asamblea General de las Naciones Unidas votó a favor de la partición de Palestina en dos Estados independientes, uno árabe y otro judío. Sin embargo, la situación en Palestina se ha deteriorado hasta convertirse en una guerra civil entre árabes y judíos. El primero rechazó el Plan de Partición, mientras que el segundo declaró la independencia del Estado de Israel en mayo de 1948.
El 1 de octubre de 2024, Israel invadió el sur del Líbano tras fuertes bombardeos aéreos que han dejado hasta la fecha casi 2,000 personas asesinadas, entre ellas 127 niños y 261 mujeres, además de unos 9,400 heridos, según el Ministerio de Salud libanés.
En ese clima bélico, decenas de miles de israelíes residentes en el norte fueron desplazados a otras zonas del país, al igual que decenas de miles de residentes libaneses, que se vieron forzados a desplazarse hacia Siria y otras regiones circundantes.
Desde el 7 de octubre de 2023, el Gobierno de Estados Unidos desembolsó una cifra récord de 17,900 millones de dólares para la ofensiva de Israel en la Franja de Gaza.
Según un informe para el proyecto Costs of War de la Universidad Brown, el gasto estadounidense en las operaciones militares de Israel (17,900 millones de dólares) y las intervenciones en la región asciende a 22,760 millones de dólares, incluyendo las que están relacionadas con los hutíes en Yemen.
Este enorme financiamiento le permitió a Israel afianzarse como la mayor potencia militar del medio oriente, pero está por verse si podrá sostener una conflagración en siete frentes distintos, que han minado sus defensas. El ataque yemení con un misil hipersónico iraní anuló su afamado Domo de Hierro, pues actualmente ningún ejército tiene capacidad de interceptar este tipo de proyectiles.
El 1 de octubre, el Ejército israelí inició una operación terrestre limitada en el sur del Líbano, intentando hacerse con un punto de apoyo en los asentamientos fronterizos. Desde el 23 de septiembre, los asentamientos del sur y el este del país, así como los suburbios del sur de Beirut, han sido objeto de bombardeos masivos. Hasta la fecha, más de un millón de personas se han convertido en refugiadas, más de 2,000 libaneses han muerto y unos 9,000 han resultado heridos. Egipto, Irak y Jordania acusan a Israel de empujar a la región hacia una guerra total.
Para el director del Centro Begin-Sadat de Estudios Estratégicos, a pesar de la supuesta «superioridad militar» de Israel, este país está en desventaja en Medio Oriente debido a su tamaño. Irán, por ejemplo, es un país mucho más grande que Israel y su población (cerca de 89 millones) es casi diez veces mayor que la de Israel.
Es preocupante que Israel esté actuando en múltiples frentes y persiguiendo objetivos maximalistas en la región. Se trata de un derramamiento de sangre innecesario que podría evitarse mediante la diplomacia, mediante un alto el fuego en Gaza, como lo ha demandado el Consejo de Seguridad de la ONU.
Francesca Albanese, relatora especial sobre la situación de los derechos humanos en los Territorios Palestinos Ocupados, declaró en marzo pasado, durante la presentación de su informe Anatomía de un genocidio: “Cuando la intención genocida es tan conspicua, tan ostentosa, como lo es en Gaza, no podemos apartar la vista, debemos hacer frente al genocidio; debemos prevenirlo y debemos castigarlo”.
En este contexto, Francesca Albanese pidió a los Estados miembros que cumplan con sus obligaciones, afirmando que negar la realidad y mantener la impunidad y el excepcionalismo de Israel ya no es viable, especialmente a la luz de la resolución vinculante del Consejo de Seguridad, que desde marzo pasado pidió un alto el fuego inmediato en Gaza.
La experta señaló que “una minoría de poderosos Estados miembros”, en lugar de detener su impulso, “ha prestado apoyo militar, económico y político a la atrocidad israelí, agravando la devastación que ha provocado en los palestinos”.
En este contexto, Albanese pidió a los Estados miembros que impongan un embargo de armas y sanciones a Israel. Afirmó que negar la realidad y mantener la impunidad y el excepcionalismo de Israel ya no es viable, especialmente a la luz de la resolución vinculante del Consejo de Seguridad.