Anoche se llevó a cabo el esperado debate presidencial entre la vicepresidenta Kamala Harris y el expresidente Donald Trump, al cual arribaron en un virtual empate en las encuestas, pues los tres puntos (47% vs. 44%) de ventaja de Kamala entran en el margen de error que las encuestadoras se reservan.
Aunque las encuestas nacionales son útiles para prever la popularidad de un candidato en todo el país, no son necesariamente una forma precisa de predecir el resultado de las elecciones de noviembre, debido a que Estados Unidos utiliza un sistema de colegios electorales estatales para elegir a su presidente. Eso implica que ganar la mayor cantidad de votos puede ser menos importante que el Estado dónde se obtienen.
El país del norte cuenta con 50 Estados, pero debido a que en la mayoría de ellos casi siempre votan por el mismo partido, solo siete pueden determinar el resultado final, para obtener los 270 votos necesarios para llegar a la presidencia. Estos son los Estados en los que se definen las elecciones y se conocen como Estados bisagra. Pensilvania, Michigan y Wisconsin fueron bastiones demócratas antes de que Trump los convirtiera en republicanos en la contienda electoral de 2016. Joe Biden los recuperó en 2020 y, si Harris puede hacer lo mismo este año, estará en camino de ganar las elecciones.
Como muestra de cuánto ha cambiado la carrera presidencial desde que Kamala Harris se convirtió en la candidata demócrata, cabe recordar que el día que Joe Biden abandonó sus aspiraciones a la reelección, Trump le sacaba casi cinco puntos porcentuales de ventaja en promedio en estos siete estados en disputa.
Es importante tener en cuenta que las encuestas subestimaron el apoyo de los votantes a Donald Trump,tanto en las elecciones de 2016 como en 2020. Actualmente, las empresas encuestadoras intentan solucionar ese problema de diversas maneras, entre ellas, tratando que sus resultados reflejen la composición de la población votante, lo cual es un difícil esfuerzo de prospección, en el cual entran variables tan diversas como edad, etnia, género, origen de clase, etc. Por todo lo anterior, no es fácil vaticinar cuál candidato ganará la presidencia el próximo noviembre.
En el marco del anterior contexto, era usual que los debates presidenciales se consideraran relativamente irrelevantes para definir la elección en disputa. Sin embargo, tal apreciación de analistas, encuestadores y electores cambió el 27 de junio, tras la desastrosa actuación de Joe Biden en la confrontación en CNN contra Donald Trump, la cual desató un terremoto que acabó con la candidatura del presidente demócrata por la reelección y le tuvo que pasar la estafeta a Kamala Harris.
El debate sostenido anoche entre la vicepresidenta y el expresidente en Filadelfia quizá no sea tan trascendental como aquél, pero también fue un momento determinante, con mucho en juego, especialmente para Latinoamérica, con un Donald Trump que ha aseverado que los inmigrantes se están «comiendo a las mascotas» de los vecinos de Springfield (Ohio) y, más relevante, que le encomendará al billonario Elon Musk que realice una profunda transformación del aparato estatal, siendo un personaje enfrentado con los gobiernos de Brasil, Bolivia y México, tanto por el litio como por desacatar importantes resoluciones judiciales de países soberanos.
Durante el último debate, organizado y retransmitido por la cadena ABC, han saltado rayos y truenos entre los dos candidatos. La vicepresidenta, de 59 años, ha puesto a la defensiva e irritado a Trump, de 78, de una manera en la que no fue capaz el octogenario Biden. Fueron 90 minutos llenos de enfrentamiento y contraste, que han expuesto dos visiones totalmente contrapuestas de EE. UU. y del mundo.
Kamala atacó a Trump por múltiples temas, desde sus posturas sobre el aborto, los inmigrantes, la economía o la política exterior, hasta por sus ataques a la democracia. Sin duda la vicepresidenta aplicó la lección que le había dado Hillary Clinton: no picar el anzuelo del republicano sino lanzárselo, y Trump lo mordió en varias ocasiones.
La exfiscal consiguió torear a Trump y hacerle saltar repetidamente, golpeándolo en su ego y provocando que mostrara su rostro más agresivo. Era precisamente lo que buscaban los asesores de la demócrata y lo que querían evitar los del republicano.
En los debates presidenciales casi siempre son más relevantes las cuestiones de imagen e impresiones que el contenido puramente político. En esta ocasión se puede vaticinar que no fue diferente, pero los temas centrales para el electorado generaron momentos determinantes para los dos candidatos.
El descontento ciudadano con los altos precios y temas de seguridad o empleo, que Trump vincula a la inmigración, fueron parte del arsenal del republicano. Trump minimizó la relevancia de las discusiones sobre la identidad racial en Estados Unidos, afirmando que “no le importa” y que se está “exagerando”.
Harris trató de lograr un equilibrio complejo entre la defensa de las políticas del gobierno en que ha sido vicepresidenta y la presentación de sí misma como una candidata de cambio, defensora de la clase media frente a un rival al que retrata como un hombre solo movido por sus propios intereses empresariales.
Para la demócrata fue central identificar a Trump con la derogación del derecho al aborto y el retroceso en los derechos reproductivos, una cuestión que es también crucial en estas elecciones y en la que ahora el republicano no ha dejado claras sus posiciones.
El candidato republicano Donald Trump criticó duramente la gestión de la Administración Biden en temas como la seguridad fronteriza y la política exterior. También afirmó que Estados Unidos se ha convertido en una “nación fallida” y en “serio declive”, argumentando que el país es objeto de burla a nivel internacional. Además, alertó sobre las tensiones bélicas en el Medio Oriente y Rusia, advirtiendo que estas podrían llevar a una “tercera guerra mundial”, por el poder destructivo de las armas nucleares. Trump ratificó que si es elegido presidente podrá lograr la paz entre Ucrania y Rusia “en un solo día”.
Kamala Harris, se pronunció sobre el papel de Vladimir Putin en la guerra de Ucrania y advirtió que, de no ser por la resistencia ucraniana, Putin estaría avanzando hacia el resto de Europa, comenzando por la propia Kiev.
El candidato republicano Donald Trump dijo que “Israel desaparecerá” bajo una presidencia de su rival Kamala Harris. “Ella odia a Israel. Si se convierte en presidenta, no creo que Israel exista en dos años”, dijo. Agregó que con Kamala Harris Estados Unidos se convertirá en una “Venezuela con esteroides”.
Debate como tal no hubo, fueron 90 minutos de ataques mutuos, en los que las ideas ni se confrontaron ni se esclarecieron. Muchas expectativas, muchas cámaras y poca, muy poca inteligencia. Un debate made in USA.