Víctor Ferrigno F.

Jurista, analista político y periodista de opinión desde 1978, en Guatemala, El Salvador y México. Experiencia académica en las universidades Rafael Landívar y San Carlos de Guatemala; Universidad de El Salvador; Universidad Nacional Autónoma de México; Pontificia Universidad Católica del Perú; y Universidad de Utrecht, Países Bajos. Ensayista, traductor y editor. Especialista en Etno-desarrollo, Derecho Indígena y Litigio Estratégico. Experiencia laboral como funcionario de la ONU, consultor de organismos internacionales y nacionales, asesor de Pueblos Indígenas y organizaciones sociales, carpintero y agro-ecólogo. Apasionado por la vida, sobreviviente del conflicto armado, luchador por una Guatemala plurinacional, con justicia, democracia y equidad.

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La prensa occidental y los gobiernos del mundo le han prestado mucha atención a las dos propuestas de paz para Ucrania que Vladimir Putin y Volodimir Zelenski presentaron en la última semana.

Ambas propuestas son tan divergentes como inviables, pues no responden a la realidad que se vive en los frentes de guerra y en el mundo. La propuesta de Putin no asume la correlación de fuerzas políticas globales, y la de Zelenski ignora que el ejército de la Federación Rusa avanza imparable en los campos de batalla, donde se enfrenta a las fuerzas conjuntas de 32 países de la OTAN, que han invertido miles de millones de dólares, armamento, municiones, inteligencia e instructores para apuntalar a las fuerzas de Kiev.

Desde principios de año la OTAN ha venido promoviendo una cumbre política para frenar los avances militares de Rusia, que amenaza con tomar toda la zona oriental de Ucrania. La cumbre en Suiza, celebrada el 15 y 16 de junio,  tuvo una importante concurrencia; de más de 160 países invitados concurrieron 80, doce de los cuales se negaron a firmar la declaración final.

Lo absurdo del encuentro fue que Rusia estuvo ausente y ni siquiera fue invitada, extremo que fue cuestionado por China, que decidió no asistir por esa razón, igual que los presidentes de Colombia y Brasil, entre otros.

El otro factor que no se puso sobre la mesa es el energético, el cual constituye el telón de fondo de la guerra en Ucrania. Sin el gas ni el petróleo rusos la economía europea se ha ralentizado, circunstancia de la cual se ha beneficiado EE. UU., siendo actualmente la principal fuente de suministro energético de la Unión Europea (UE), a costos elevadísimos. La economía alemana, otrora la locomotora económica de Europa, avanza lentamente, y el electorado les pasó factura en las últimas elecciones parlamentarias.

El gobierno de EE. UU. ha enviado en total más 76,000 millones de dólares en asistencia a Ucrania entre el 24 de febrero de 2022 y el 7 de diciembre de 2023, según el Instituto Kiel para la Economía Mundial en Alemania. Esta cifra es un cálculo aproximado y no incluye todo el gasto estadounidense relacionado con la guerra, como la ayuda a los aliados y otros rubros. Tras meses de negociaciones tensas, el Congreso estadounidense adoptó finalmente, el 23 de abril de 2024, un millonario plan de ayuda a Ucrania por 61 mil millones de dólares, totalizando 137,000 millones de dólares desde que inició la guerra.

Esta es la razón por la cual muchos analistas geopolíticos sostienen que en Ucrania se libra una guerra entre EE. UU. y la Federación Rusa, teniendo a la OTAN (32 países) como actor operativo de un conflicto en el que varios contendientes cuentan con armas atómicas.

Sin un Acuerdo de Paz a la vista, el segundo día de la Cumbre, 80 países firmaron una Declaración final que gira en torno a tres grandes temas: la seguridad nuclear, la seguridad alimentaria y el intercambio de prisioneros. La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, afirmó que equivalían a unas «condiciones mínimas» para las negociaciones con Rusia, aludiendo a que muchas otras áreas de desacuerdo entre Kiev y Moscú serán más difíciles de superar.

La cumbre de paz se celebró después de que los líderes del G-7 acordaran un esquema de ayuda para Ucrania financiado con activos rusos congelados. Tras la invasión rusa de Ucrania, los países del G7 y la UE congelaron activos rusos por valor de US$325,000 millones de dólares. El fondo de los activos genera unos US$3,000 millones al año en intereses. Muchos analistas económicos y varios políticos consideran que esta decisión implica una ruptura de la legislación internacional, e infringe un daño enorme a la economía mundial.

El viernes 14 de junio, un día antes de Cumbre en Suiza, el presidente ruso Vladimir Putin, presentó sus condiciones para alcanzar la paz en Ucrania, es decir, la retirada completa de las tropas ucranianas de las regiones reclamadas por Moscú: la autoproclamada República Popular de Donetsk (RPD), la autoproclamada República Popular de Lugansk (RPL) y las provincias de Kherson y Zaporozhia, así como la renuncia de Ucrania a unirse a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Además, exigió la desmilitarización y la des-nazificación de Ucrania, así como el levantamiento de las sanciones a Rusia.

Inmediatamente, los Jefes de Estado y líderes políticos del occidente global descalificaron la proposición de Putin, calificándola de inaceptable e inviable. El jefe de la OTAN declaró que la propuesta del presidente ruso constituía un ultimátum inadmisible. Así, los líderes de ambos bandos siguieron con un diálogo de sordos, que aleja las posibilidades de una solución negociada a la guerra en Ucrania.

Practicando una de sus típicas jugadas políticas, Putin inició el pasado lunes una gira por Asia, comenzando con una visita de Estado a Corea del Norte, donde firmará un Acuerdo de Cooperación Estratégica con el líder de Corea del Norte, Kim Jong Un, según informó el Kremlin, en lo que supone la primera cumbre entre líderes de ambos países en décadas.

La visita de Estado de Putin a Corea del Norte ha despertado las preocupaciones en EE. UU., en Europa, en Corea del Sur, Japón y otros países. Está claro que el ajedrez geoestratégico global se está recomponiendo, y asistiremos a realineamientos, constitución de nuevos bloques de países, y al establecimiento de novedosas alianzas militares, políticas y económicas.

A través del BRICS y otros mecanismos bancarios, Rusia ha reducido los efectos del bloqueo financiero impuesto por EE. UU. y la UE, y su horizonte comercial se ha expandido, incrementando su mercado con India, Paquistán, Irán y varios países africanos.

Otro factor de gran importancia es que Rusia está ocupando crecientemente el espacio político en los países de África Occidental que expulsan a las fuerzas armadas de Francia y EE. UU. de su territorio, el cual es rico en materias primas estratégicas, y buscan alianzas militares y económicas con Moscú.

Así, mientras la influencia de EE. UU. y la OTAN declina, Rusia y China tejen una alianza estratégica que les permitirá una era de hegemonía geoestratégica. Sería deseable que esta recomposición de fuerzas se logre establecer en paz, aunque actualmente se vea muy difícil

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