Víctor Ferrigno F.

Jurista, analista político y periodista de opinión desde 1978, en Guatemala, El Salvador y México. Experiencia académica en las universidades Rafael Landívar y San Carlos de Guatemala; Universidad de El Salvador; Universidad Nacional Autónoma de México; Pontificia Universidad Católica del Perú; y Universidad de Utrecht, Países Bajos. Ensayista, traductor y editor. Especialista en Etno-desarrollo, Derecho Indígena y Litigio Estratégico. Experiencia laboral como funcionario de la ONU, consultor de organismos internacionales y nacionales, asesor de Pueblos Indígenas y organizaciones sociales, carpintero y agro-ecólogo. Apasionado por la vida, sobreviviente del conflicto armado, luchador por una Guatemala plurinacional, con justicia, democracia y equidad.

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Víctor Ferrigno F.

En el corazón de Europa se libra una guerra de quinta generación, dirigida por la OTAN, en la que los muertos, heridos y refugiados los ponen los ucranianos, tanto los que luchan contra Rusia, como los independistas que se defienden de Kiev y sus fuerzas neonazis, como el diezmado batallón Azov, que fue asimilado a las fuerzas regulares de Ucrania.

Como ya he planteado en anteriores columnas, en Ucrania se está librando una guerra de quinta generación; se trata de una guerra que se enfoca particularmente en la lucha en el escenario cognitivo de las masas. De esta manera, las redes sociales, el internet y el ciberespacio han generado un nuevo escenario de combate, en el que no necesariamente interesa ganar o perder, sino demoler la fuerza intelectual del enemigo, obligándolo a buscar un compromiso, valiéndose de cualquier medio, incluso sin uso de las armas. Se trata de una manipulación directa del ciudadano, para preparar el ánimo de la humanidad ante una conflagración de gran escala, con combates reales y miles de muertos.

En ese contexto, la confrontación bélica se ha complicado y alargado en el tiempo, afectando al conjunto de la población europea, por la falta de combustibles que, además del frío invernal, ha provocado una recesión con inflación. Según los expertos, la estanflación surge cuando la economía de un país, de una región o del orbe, se encuentra estancada, y a la vez se encarece el costo de vida, motivado por una elevada inflación, que implica hambruna. Esta combinación provoca el empobrecimiento de la población y el desempleo, situación que ha generado los recientes levantamientos sociales en Francia, Alemania, Italia, Portugal y España.

La Primera Ministra de Finlandia recién logró la incorporación de ese país a la OTAN, pero la decisión le costó las elecciones y tuvo que ceder el Gobierno, frente a una población que no quiere guerra.

Por encima de las realidades y necesidades nacionales, la política geoestratégica de la Unión Europea (UE) la dicta la OTAN, bajo la conducción de EE. UU. En junio pasado, la Alianza celebró en Madrid su 32ª Cumbre, marcada por la invasión rusa a Ucrania. Según el Secretario General de la OTAN, Jens Stoltemberg, «La Cumbre de Madrid es esencial de cara a un mundo más peligroso e impredecible».

En Madrid se firmó un nuevo Concepto Estratégico de la OTAN, que es una hoja de ruta para una conflagración mundial con Rusia o con China, o con ambos. El nuevo Concepto Estratégico antlantista, en su numeral 8, sostiene que “La Federación Rusa es la amenaza más importante y directa para la seguridad de los Aliados y para la paz y la estabilidad en la zona euroatlántica. Procura establecer esferas de influencia y control directo mediante la coacción, la subversión, la agresión y la anexión”.

Por si fuera poco, en Madrid la OTAN definió que “Las ambiciones declaradas y las políticas coercitivas de la República Popular China (RPC) ponen en peligro nuestros intereses, nuestra seguridad y nuestros valores. La República Popular China emplea una amplia gama de instrumentos políticos, económicos y militares para ampliar su presencia en el mundo y proyectar poder, al tiempo que mantiene la opacidad sobre su estrategia, sus intenciones y su rearme militar”.

Inmediatamente China arremetió contra el nuevo Concepto Estratégico atlantista, al que calificó de estar «sesgado ideológicamente» y de «ser propio de la Guerra Fría», y prometió «respuestas firmes y enérgicas» a todo acto que, a su criterio, «socave» sus intereses.

A un año de iniciadas las hostilidades en Ucrania, China irrumpió en el escenario geoestratégico europeo con un plan de paz de doce (12) puntos, que impacta en todos los actores del conflicto. Más allá de la viabilidad del plan de paz, lo más relevante es que China, como potencia económica y militar, decide tomar acción directa en un conflicto en el que se gesta la desintegración del orden internacional creado al final de la Guerra Fría, con un alto costo en los ámbitos político, de seguridad y defensa mundiales.

Como las medidas económicas, comerciales, financieras y diplomáticas contra Rusia no han surtido los efectos esperados, y todos los analistas militares serios consideran que Ucrania ya perdió la guerra, varios gobiernos europeos están cuestionando su sumisión a la OTAN, por los altos costos económicos, políticos, militares y sociales que conlleva, incluyendo acciones terroristas como el sabotaje de los gasoductos Nord Stream.

Un escándalo mayúsculo sobre este tema es el reciente informe del legendario periodista de investigación Seymour Hersh, ganador del premio Pulitzer, que apunta a la Marina de Estados Unidos como responsable del sabotaje de los gasoductos Nord Stream, con la colaboración de la Marina noruega, y afirma que la planificación de la misión comenzó en diciembre de 2021; la Casa Blanca y el Gobierno noruego han negado estas acusaciones. Según Hersh, Estados Unidos decidió sabotear los gasoductos con la intención de asegurarse que sus aliados siguieran apoyando a Ucrania, en un momento en que algunos vacilaban, y evaluaban volver a surtirse de gas ruso.

Ante este panorama, tres dirigentes europeos han visitado Beijing para buscar acuerdos con el gobierno de la República Popular China. El presidente de Francia, Emmanuel Macron, es el segundo dirigente europeo que viaja a China –tras el español Pedro Sánchez– desde que Xi Jinping se reunió en Moscú con el presidente ruso, Vladímir Putin, para exponerle sus planteamientos de paz para la guerra de Ucrania y mostrar la solidez de su relación. A la visita a Beijing también asistió la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, lo que realza la importancia que le dan a la relación con la potencia asiática.

El periplo diplomático de Macron a China generó fuertes polémicas, que se agravaron con las declaraciones del presidente galo durante la visita de Estado que realizó a los Países Bajos, donde presentó su propuesta para que Europa sea independiente y se vuelva a posicionar como un bloque relevante en materia económica, de defensa y de energía, aspectos en los que se ha convertido en “cliente” de potencias geopolíticas como Estados Unidos, China y –antes de la guerra– Rusia.

«La identidad y la soberanía están entrelazadas», dijo. «Si aceptamos perder la soberanía, si aceptamos depender de otras potencias, nos colocaremos en una situación en la que no decidiremos por nosotros mismos, ni estaremos a cargo de justamente seguir preservando y desarrollando nuestra propia identidad».

Esto significa que «debemos poder elegir a nuestros socios y dar forma a nuestro propio destino en lugar de ser, yo diría, meros testigos de la dramática evolución de este mundo», indicó.

«La pandemia y la guerra nos han llevado a descubrir que tenemos que reducir nuestra dependencia si deseamos conservar nuestra identidad europea», añadió.

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