Víctor Ferrigno F.
Hubo una época en que la inteligencia del país brillaba en la pública, laica y tricentenaria universidad de San Carlos de Guatemala (Usac). Esa casa de estudios era una fuente de propuestas para enfrentar la problemática nacional, una trinchera de lucha para defender la democracia y la justicia social, y se constituyó en la reserva moral de la nación, frente a las dictaduras militares y la rapacidad oligárquica. De aquellas pasadas glorias poco queda, razón por la que hay que depurar y rescatar a la Usac.
En el pasado reciente, fue un gran avance que las y los estudiantes rescataran la Asociación de Estudiantes Universitarios (AEU), encabezados por Lenina García. Esta Asociación, que escribió páginas gloriosas de lucha ciudadana, estaba cooptada el pacto de corruptos que se apoderó de la USAC durante el conflicto armado interno, cuando muchos de los más brillantes universitarios, estudiantes y catedráticos, fueron desaparecidos, asesinados o exiliados por la contrainsurgencia.
Otro hito importantísimo es que, gracias a las investigaciones de la CICIG y la FECI, los dos últimos rectores estén procesados y encarcelados, pues eran los capos de la mafia que hizo un botín de la USAC, sobrevalorando obras y utilizando el erario universitario para enriquecerse y corromper. Esa estructura criminal logró cooptar casi todos los órganos de dirección de la carolina, construyendo un muro de impunidad para negociar con las clicas que han cooptado las demás instituciones del Estado.
La estructura criminal enquistada en la Usac está herida, pero no derrotada. Fue esta caterva de delincuentes quien facilitó que le dieran fraudulentamente el título de ingeniero a Miguel Martínez, el príncipe consorte. También fueron ellos quienes le otorgaron cátedras a Consuelo Porras, sindicada de plagiar su tesis doctoral, y guardaron silencio cuando Leyla Lemus se postuló a magistrada de la Corte de Constitucionalidad, sin tener finalizado el doctorado con el que adornó su currículo, para poder competir, fraude que ayer destapó Francisco Rodríguez en la revista Plaza Pública, con pruebas documentales.
Por todo lo anterior, es una urgencia nacional depurar y rescatar a la Usac, evitando que la estructura criminal se recomponga y tome control de más instancias académicas, como el Centro Universitario de Occidente (CUNOC), cuya Dirección General será renovada este mes.
En 2005, gané un concurso internacional convocado por la Universidad de Utrecht, de los Países Bajos, para asesorar a la División de Ciencias Jurídicas del CUNOC en la formulación del nuevo pensum de la carrera de Derecho. Durante dos años trabajé y conviví con la comunidad universitaria de occidente, colaborando con el proceso de transformación que promovió el doctor Fernando Cajas, entonces Director General del Centro, tratando de derribar los muros de la burocracia, la mediocridad y la desesperanza.
Uno de los docentes más activos y comprometidos de ese esfuerzo fue el doctor Carlos Calderón, quien se ha postulado al cargo de Director del CUNOC, dispuesto a enfrentar a los corruptos. Convivir día a día con él me permitió conocer su calidad humana y académica, por lo que sin reservas llamo a la comunidad universitaria a darle su voto y enrumbar a la Usac hacia más altos horizontes.
Calderón es el propulsor más prominente de la academia en el CUNOC. En 2007 logro que se abrieran los programas de posgrado del Campus Central en el occidente del país, con profesores de alto nivel. Además, promovió el diseño y actualización curricular de todas las maestrías y doctorados de Ciencia Jurídicas.
Paralelamente, participó en la creación del Instituto de Investigaciones de Postgrados, para la generación del conocimiento, con una visión multidisciplinaria y transdiciplinaria, único en toda la USAC. En esta encrucijada, Carlos Calderón es la mejor opción.