Sergio Penagos
El Universo nos presenta en forma de casualidades, a las personas, los lugares y los eventos que nos ayudarán a encontrar y vivir nuestro verdadero camino individual, acorde a la llamada Ley Universal. Carl Jung, en 1952, con la colaboración del físico cuántico Pauli, fue el primero en analizar, desde la ciencia, este fenómeno de las casualidades y le dio el nombre de sincronía: coincidencias con significado para quién las vive. Y dijo que la sincronicidad es una Ley del Universo que actúa para orientar a los humanos, en su peregrinar en busca del desarrollo de su consciencia. Cuanto más en armonía vivamos más capaces seremos de ver esas sincronías que, por otro lado, nos permitirán vivir en armonía puesto que nos indican el camino que debemos recorrer.
Este día 7 de noviembre de 2021, fallece el connotado huelguero, escritor y médico, don José Barnoya García. Hace 90 años, un 23 de enero de 1931, nace el popularísimo Sordo Barnoya, médico, escritor, rebelde y huelguero de corazón. Estudió en el Instituto Nacional Central para Varones, cuna de muchos huelgueros y valientes san carlista. El doctor recuerda que cuando estudiaba en el instituto, le decían orejón, por razones muy evidentes. Cuando ingresó a la Facultad de Medicina, le ascendieron de categoría el apodo y se lo cambiaron por otro más relacionado con su futura profesión de médico, fue entonces cuando se convirtió en el Sordo Barnoya. Un hombre que siempre andaba escoltado por dos orejas.
Desempeñó roles importantes durante su vida estudiantil, tanto en el campo académico como político. Particularmente en las actividades de la huelga de dolores, bajo la severa vigilancia de Nuestra Señora la Santa Chabela.
Posteriormente viajó a Boston y Nueva York para especializarse en urología. A su regreso trabajó en el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS). También fue catedrático de la Facultad de Medicina de la Usac. Fue un destacado escritor y columnista. Se le recuerda por sus columnas de opinión publicadas en el Imparcial, Siglo 21 y El Periódico. Desde joven acompañó a su señor padre, coautor de la Chalana, en las actividades huelgueras, en las que continuó el legado paterno.
El 14 de noviembre, pero de 1941, nace en la provincia otro futuro Sheca (alumno del Instituto Central), sancarlista, huelguero, redactor de boletines y columnista, que llegó a ser delegado titular de la Facultad de Ingeniería ante el Honorable Comité de Huelga de Dolores. También fue catedrático universitario. Se graduó de Ingeniero Químico. Porque, según sus compañeros, se hizo químico por no tener nada de físico.
Esta situación de paralelismo vital llama poderosamente la atención. Nunca conversamos el doctor Barnoya y yo, coincidimos en alguna ocasión en actividades huelgueras y nos saludamos, como colegas de juerga y jolgorio.
Un poco de historia. Estos fenómenos misteriosos nos han cautivado desde siempre. En la Grecia antigua Pitágoras hablaba de la armonía de todas las cosas. Heráclito también creía que el mundo estaba gobernado por un principio de totalidad. Hipócrates, el padre de la medicina, creía que todas las partes del universo estaban unidas las unas con las otras. Una visión que le llevaba a explicar las coincidencias significativas como elementos simpáticos que se buscan los unos a los otros. En Oriente, la filosofía taoísta o la espiritualidad budista e hinduista también concebían un universo interconectado e interdependiente.
Pero el padre de las sincronicidades es, sin duda, el psiquiatra suizo Carl Gustav Jung. Para Jung, las sincronicidades son acontecimientos conectados los unos con los otros, no a través de la ley causa-efecto, sino a través de lo que se conocía como simpatías. En la sincronicidad se da una coincidencia entre una realidad interior (subjetiva) y una realidad externa (objetiva), en la que los acontecimientos se vinculan a través del sentido que nosotros les damos.
Muchas personas piensan que estos fenómenos son una simple coincidencia. Pero la diferencia entre sincronicidad y coincidencia es que la primera tiene una analogía en nuestra psique y, dependiendo de cómo la interpretemos, puede informarnos, a través de la intuición o la emoción, de cuán cerca o lejos estamos de nuestra propia coherencia interna. La coincidencia es más de naturaleza física.
En las tradiciones chamánicas, las sincronías se interpretan como una especie de señal de radio que indica si nuestras decisiones y métodos son los adecuados. Quizá Ralph Waldo Emerson se refería a ellas cuando escribió que los seres humanos poseemos las llaves que abren todas las puertas. Todos somos inventores, escribió, “y cada uno de nosotros se embarca en un viaje rico en descubrimientos, guiado por un mapa personal del que no existen más copias. El doctor Barnoya falleció a la edad de 90 años; entonces, por la sincronicidad, aún me quedan 10 años para seguir dando batería.