Sandra Xinico Batz

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¿Por qué debería preocuparnos la posición que el Tribunal Supremo Electoral -TSE- ha tomado al respecto de no inscribir al Movimiento para la Liberación de los Pueblos -MLP-? Porque además de ser una ilegalidad, una acción abiertamente infundada, nos demuestra (nuevamente) que el Estado colonial, y por ende su institucionalidad, no tiene independencia de la hegemonía, en esto radica el hecho de que las elecciones no respondan a la verdadera voluntad de la población de elegir y ser elegible.

Esto quiere decir que no todas las personas tienen el derecho de participar con las mismas condiciones en las elecciones, o en este caso, tan siquiera poder participar y que quienes tienen la “oportunidad” son únicamente los grupos históricamente privilegiados o actualmente aquellos que tienen los recursos económicos para ello, aunque este provenga de la acumulación histórica originada del saqueo y del despojo, o en todo caso, del crimen organizado y/o el narcotráfico. Vemos una vez más cómo los derechos civiles son solo aplicables o respetables para quienes son considerados como verdaderos “ciudadanos”, dejando fuera a quienes pueden representar un peligro para el statu quo, porque no provienen de la oligarquía o de los ricos emergentes.

¿Qué más motivos necesitamos para percatarnos de la urgente necesidad de destruir este Estado colonial, para que la democracia sea realmente aplicable para los pueblos y los grupos sociales marginados?

Que no quede duda que haber llegado hasta aquí no fue una casualidad, sino un camino totalmente allanado; garantizar la impunidad y la prevalencia de la corrupción ha implicado esta reorganización y reacomodación de los poderes, para que no quede ni un solo recinto donde se procure al menos algo de justicia para la población. El sistema no solo está cooptado, el verdadero problema radica que desde su fundación se ha sostenido sobre las bases de la desigualdad, la exclusión, el racismo y la inequidad.

¡Cuánta injusticia puede caber en un país tan pequeño! Dudo realmente de que por sí mismo el sistema toque fondo, porque las ansias de enriquecimiento de los poderosos que gobiernan Guatemala no tienen límites, así lo aprendieron y heredaron de sus ancestros, quienes forjaron su riqueza a puro robo, saqueo y esclavización.

Debemos percatarnos de este terrible precedente que se está buscando generar con la no inscripción del MLP, porque dejar fuera de las elecciones a este movimiento político surgido de la organización comunitaria y campesina, es una forma de eliminar la posibilidad de que inicie un proceso de cambio que por primera vez plantea la urgente necesidad de que el Estado rebase la monoculturalidad, el nacionalismo racista, la prevalencia de un sistema político y económico extractivista que ha causado tanto daño a los pueblos originarios y a otros grupos empobrecidos en Guatemala, entre ellos a los ladinos y mestizos, quienes hasta hoy tampoco han gobernado como tal, porque ser un títere de la oligarquía no es gobernar, es estar dispuesto a ser un sirviente de los ricos por un poco de poder y vender por completo la dignidad al mejor postor.

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