Sandra Xinico Batz

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El gobierno no ha tenido voluntad en proteger la salud de las personas, desde el inicio de la pandemia privilegió a los grandes empresarios y antepuso sus intereses, en lugar de manejar adecuadamente la crisis que se ha agudizado por el Covid-19. Endeudaron (aún) más al país y seguimos sin tener vacunas; el proceso de vacunación no solo ha sido engorroso, sino que además pareciera que el gobierno prefiere que la gente evite vacunarse, para no tener que entregar cuentas, para evitar tocar el tema. Esto que ocurre no es normal y no deberíamos normalizar que los gobiernos no sirvan para nada, o que únicamente sean funcionales para robar. Hasta el momento no han habido medias sociales y económicas reales que pudieran aminorar la crisis, por el contrario, hay que sumarle a todo esto el desgaste que provoca tener instituciones decadentes que son costeadas con nuestros impuestos.

Al gobierno no le importa nuestras vidas, tampoco nuestro bienestar. No se trata de que todo el tiempo se apele a la buena voluntad de otros países para que nos donen vacunas, porque la obligación de suministrarlas le compete al Estado. No es un misterio lo que está ocurriendo al rededor de las vacunas, es un robo. Aunque cada arribo de vacunas sea promocionado por el gobierno con bombos y platillos, no cambia la realidad de que se pagaron (supuestamente) millones de estas, las cuales hasta el momento como se dice comúnmente “brillan por su ausencia”.

Y es que sumado a la pandemia no podemos obviar que sobrevivimos en un país empobrecido y violento; tan solo en una semana han asesinado a 9 mujeres y en lo que va del año han sido más de 300 las mujeres asesinadas con odio y alevosía. Nuestras vidas como mujeres constantemente están en riesgo, pero socialmente esto no importa; cotidianamente nos enfrentamos a esta realidad, una en la que diariamente asesinan a una mujer de forma violenta.

No creo que la situación del país cambie si los mismos siguen gobernando, nuestra historia lo demuestra. No es que el Estado o el gobierno sea disfuncional, el problema es que ambos funcionan muy bien pero no a nuestro favor. Hasta el momento el gobierno ha funcionado muy bien para proteger a los ricos y la pandemia ha sido una excusa más para robar.

En Guatemala los derechos son privilegios; no solo la salud está en riesgo, estamos hablando de un país con hambre, sin empleo, sin vivienda. No se trata solamente de incapacidad en el manejo de la pandemia, es todo el sistema el que está podrido y se rehúsa a cambiar. El empobrecimiento puede empeorar, lo estamos viviendo.

Mientras la gente en este país muere por cosas previsibles, los poderosos se hacen más ricos y por ende más poderosos. El gobierno por su parte está bastante concentrado en aprovechar sus cuatro años para robar todo lo que puedan, al final de ese dinero también dependerá que en el futuro evadan la justicia.

No se trata de aguantar.

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