Samuel Flores

Periodista, fotógrafo y catedrático universitario, interesado en la recuperación de la memoria histórica del periodismo en Guatemala. Comprometido con la formación académica de la juventud mediante la investigación, verdad y justicia. Opositor a la corrupción, despilfarro y excesos cometidos por los gobernantes y funcionarios que se han enriquecido a base de la pobreza extrema de la población principalmente en el área rural.

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Un evento similar fue visible en su totalidad en Estados Unidos y México, generó expectativa en Guatemala donde fue parcialmente visible.

A 32 años de haberle dado cobertura a esa majestuosa noticia en Guatemala comparto la experiencia como corolario a una minuciosa y puntual planificación.

En un ambiente de presagios apocalípticos, el fin del mundo, incertidumbre, temor, el 11 de julio 1991, fuimos testigos del “eclipse Solar”, que a las 14:49 de ese jueves, envolvió con su majestuosidad, encanto, belleza, y oscuridad, a una generación de periodistas y guatemaltecos que atestiguamos la grandeza de Dios en el firmamento.

Ese fenómeno “total”, de singular belleza fue visible en todo el territorio nacional, alcanzando su máxima penumbra a las 14:49 horas. Cuando su servidor y Carlos Urbina (q. e. p. d.), (fotógrafos de Diario La Hora), y los redactores, nos apostamos en la terraza del vespertino, fuimos testigos de la majestuosidad en la alineación de los astros que mostraban su hermosura y misterio a millones de guatemaltecos. Al tener las primeras fotografías corrimos a revelar los rollos blanco y negro, imprimir las fotografías para la portada y de páginas interiores. Se inició el tiraje de 10,000 ejemplares que ansiosos esperaban los voceadores; fue una venta total, pues fue el primer medio impreso que publicó la noticia con la inmediatez que requería (cada ejemplar costaba Q0.50: y ante la demanda hubo que duplicar y triplicar el precio porque así lo requirió la noticia y los lectores lo pagaron). Una cobertura inolvidable para su servidor y decenas de periodistas que fuimos testigos de ese fenómeno celestial, el día que la Luna se interpuso entre el Sol y la Tierra.

Desde las 13:00 horas de ese jueves 11 de julio, las principales calles y avenidas de la ciudad lucían vacías, empresas y comercios otorgaron un permiso especial para las madres para que acompañaran a sus hijos a medida que se acercaba la hora del eclipse. Previo al minuto de oscuridad total, se escuchó el canto de pajarillos que buscaban refugio, mientras los perros ladraban ante el fenómeno inusual en el cielo.

El eclipse solar acaparó la atención de los guatemaltecos por ser un momento mágico que duró más de 45 segundos cuando la penumbra cubrió el territorio guatemalteco. Desde Diario La Hora, en mi calidad de fotógrafo, junto a Edgar Aragón, Edwin Ruiz, Elías Salazar, Oscar Clemente Marroquín, Carlos González (el colocho), Juan Torres (papá), “don gato”, y decenas de voceadores que esperaban con ansiedad los ejemplares impresos que informaban sobre el eclipse solar del cual fue testigo esa generación.

Como periodista y fotógrafo de prensa he sido testigo de accidentes mortales, y toda clase de sucesos; sin embargo; el Eclipse solar es una de esas coberturas mágicas e inolvidables que marcaron mi carrera y la memoria de millones de guatemaltecos. Almacenes Paiz y otros emprendedores crearon anteojos fabricados con cartulina y un gel grueso de color oscuro para observar el eclipse y evitar daños a la vista, otros usaron máscara de herrero para apreciar el fenómeno.

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