Samuel Flores

Periodista, fotógrafo y catedrático universitario, interesado en la recuperación de la memoria histórica del periodismo en Guatemala. Comprometido con la formación académica de la juventud mediante la investigación, verdad y justicia. Opositor a la corrupción, despilfarro y excesos cometidos por los gobernantes y funcionarios que se han enriquecido a base de la pobreza extrema de la población principalmente en el área rural.

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Con 22 muertes confirmadas por dengue clásico, (en su mayoría menores de 14 años), más 12,200 casos registrados en siete departamentos, ese virus imposibilita a los pacientes a desempeñar sus labores, y en el peor de los casos, puede producir la muerte.

En 1994, fui diagnosticado con dengue clásico. Todo se inició un sábado durante un almuerzo familiar. A las 18:00 horas de ese día padecí nauseas, vómito; más tarde, se inició la denominada “fiebre quebrantahuesos”, incapacitante, la cual -pese a tener tres colchas cubriéndome-, el escalofrío experimentado fue intenso y con una temperatura alarmante, sudoración extrema, dolor corporal, dolor insoportable de cabeza. El malestar general se apoderó de mi organismo durante toda esa noche, y me provocó insomnio.

A la mañana siguiente, esa condición médica se redujo, creí que la enfermedad se había superado; sin embargo, a las 15:00 horas de ese domingo retornó el ciclo, sin que ninguna medicina me hiciera efecto.

El lunes a primera hora visité al médico que me diagnosticó dengue incapacitante (clásico). Me extendió un informe médico de suspensión que presenté a la empresa periodística en la que trabajaba. Me recetó medicamentos inyectados que me permitieran aliviar los síntomas, sin embargo, el malestar era cíclico, me atacaba durante doce horas, y reducía durante las otras doce, durante unos 10 días. La anhelada recuperación de cada paciente requiere de un tratamiento especial, cuidado y exceso de paciencia.

No deseo a ninguna persona experimentar esos síntomas incapacitantes, corremos el peligro de no acudir a nuestros trabajos, y en el peor de los casos, la enfermedad puede progresar a forma grave, caracterizada principalmente por choque, dificultad respiratoria y daño grave de órganos. En mi caso -después de días de padecerla-, generó fuego en los labios, deshidratación, pérdida de peso, debilidad por no haber ingerido alimentos sólidos, y otras afectaciones.

Actualmente la epidemia concentra la mayor cantidad de casos en Escuintla, el departamento de Guatemala, Chiquimula, Santa Rosa, Zacapa, Quetzaltenango, Suchitepéquez, y debemos evitar su expansión con el lavado periódico de pilas, eliminar recipientes como llantas, macetas, botellas para evitar el estancamiento de agua a fin de contener la proliferación del zancudo transmisor del dengue.

Es una enfermedad transmitida por mosquitos que se propagan mucho más por el cambio climático, sin embargo; a diferencia del COVID-19, es prevenible tomando medidas sanitarias que permitan su contención.

Cuidemos a los recién nacidos, niños de 1 a 14 años, mujeres embarazadas, adultos de la tercera edad, que son los grupos más vulnerables y a quienes puede atacar con mayor severidad esa enfermedad.

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