Samuel Flores

Periodista, fotógrafo y catedrático universitario, interesado en la recuperación de la memoria histórica del periodismo en Guatemala. Comprometido con la formación académica de la juventud mediante la investigación, verdad y justicia. Opositor a la corrupción, despilfarro y excesos cometidos por los gobernantes y funcionarios que se han enriquecido a base de la pobreza extrema de la población principalmente en el área rural.

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Guatemala es un país vulnerable ante los efectos producidos por los fenómenos climáticos, con planes de contingencia limitados ante las lluvias, con escasa inversión social destinada a millares de damnificados, sin destellos de que el gobierno del partido VAMOS afronte la situación.

Con más de 63 mil personas afectadas por los torrenciales aguaceros registrados el fin de semana, evacuados, albergados, inundaciones en áreas urbanas de la capital y del área metropolitana, el invierno presagia destrucción e incertidumbre.

Históricamente Guatemala ha sufrido huracanes, inundaciones, derrumbes, deslizamientos y terremotos; desastres naturales de gran envergadura que ha cobrado la vida de cientos de personas, sin que los gobiernos asistan y ayuden a los damnificados de forma efectiva.

Los gobernantes han atendido necesidades de agroexportadores, vías de comunicación, y otras necesidades de sus financistas, olvidando el rostro humano de la tragedia: la población de escasos recursos del área rural y de cinturones de pobreza urbana.

El ejemplo más reciente lo encontramos en noviembre 2020, con las 254 mil familias del área rural afectadas por las tormentas Eta e Iota, que produjo 61 muertes y 99 desaparecidos, 27 mil evacuados, más de 7 mil viviendas dañadas, carreteras destruidas, 10 puentes colapsados y pérdidas en el agro.

El gobierno del partido VAMOS enfocó la ayuda al sector agroexportador, reconstrucción de carreteras, y en medio de la pandemia Covid-19, envió alguna ayuda humanitaria a algunas poblaciones afectadas.

Otro ejemplo: durante el gobierno de Álvaro Arzú, el huracán Mitch, -octubre 1998-, produjo 268 fallecidos en Zacapa, Izabal, Alta Verapaz, Petén y Chiquimula. Ese gobernante atendió la reconstrucción de puentes, recursos para agroexportadores y pocos recursos para la población afectada.
Otra fue la Tormenta Stan, -octubre 2005-, dejó muerte y destrucción. Registró 670 fallecidos, 844 desaparecidos, viviendas dañadas. Ese desastre produjo un deslave en cantón Panabaj, de Santiago Atitlán, Sololá, que sepultó la comunidad. Nuevamente, el gobierno realizó pocos esfuerzos para atender necesidades de la población. Esto fue Durante el gobierno de Oscar Berger.

Podemos agregar la denominada “Tormeta #16”, registrada en -octubre 2008-. Afectó Izabal, Petén, y otras regiones de Alta Verapaz, dejó dos fallecidos y 154 comunidades de 11 municipios de 12 departamentos, con más de 7 mil de personas damnificadas por el desbordamiento de ríos en Petén, y Alta Verapaz.

En el gobierno de la UNE, en -mayo 2010-, dos fenómenos naturales azotaron Guatemala y produjeron muerte y devastación: Erupción del volcán Pacaya, y al siguiente día, la tormenta Ágatha. Así podemos seguir enumerando otros desastres ocurridos durante otras administraciones políticas.
Sin embargo, el gobierno del partido VAMOS debe elaborar programas de atención y asistencia inmediata así como planes permanentes de asistencia a damnificados por las lluvias para detener esa percepción que tenemos los guatemaltecos de ver cómo las instituciones reaccionan de forma tardía e ineficiente ante la furia de la naturaleza.

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