Rodulfo Santizo

minchitoss1@yahoo.com

Guatemalteco, migrante, facilitador de procesos para fortalecer el tejido social, visor y monitor del bienestar social, multifacético, persistente, soñador por una Guatemala diferente, gestor en desarrollo.

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Las experiencias vividas en los tiempos dorados del Sector Público Agrícola por allá por los años 80 al 82 fueron episodios que quedan grabados en mi memoria de cómo se convivió y llevó desarrollo a comunidades muy remotas en el occidente de Guatemala, recordando esos temas de agropecuaria, silvicultura, liderazgo, organización de apoyo a la producción, entre otros, trasladando conocimientos a los agricultores y ganaderos con diversas técnicas de capacitación adaptadas a la realidad y alcances de los campesinos que nunca habían tenido contacto con un extorsionista rural de la Dirección General de Servicios Agrícolas Digesa, Dirección General de Servicios Pecuarios Digesepe y otras instancias del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación MAGA; recuerdos  gratos vienen y se convierten en nostalgia al ver que nada de eso existe en estos tiempos, donde los funcionarios públicos han perdido esa mística de servicio y convivencia con la población a la que se debe un servidor público, porque en esos tiempos hacíamos hasta lo imposible parar llevar los servicios públicos y el conocimiento a estas  marginadas y apartados comunidades del área rural. Nuestro equipaje de siempre eran un Sleeping (bolsa de dormir), si lo teníamos y si no un petate, un nylon, con ropa mínima, documentos de apoyo, un retro proyector de películas, medicinas para animales, botas hule, ganas de vivir en las comunidades hasta 21 días seguidos, caminando hasta 6 horas a pie en montañas, sufriendo piquetes de insectos (sancudos, alacranes, guitarrones, hormigas, a veces empiojados, etc.),   viviendo, comiendo, compartiendo, conviviendo, sufriendo y sonriendo con los comunitarios en su diario vivir. No crean que había camas suaves para dormir, eran tablas duras a las cuales a los dos días ya estábamos acostumbrados porque con esa juventud y deseos de servir que teníamos, era suficiente para no sentir esas condiciones. Disfrutamos y vivimos felices esos dorados tiempos, siendo épocas de guerra y conflicto; gracias a Dios estamos vivos y lo estamos contando.

Nuestra misión fue cumplida con el compromiso real que teníamos como verdaderos entes de cambio, porque nos introducíamos a comunidades vírgenes que nunca habían tenido contacto alguno con los servicios del Estado y esa mística de trabajo nos comprometía aún más, porque nos sentíamos parte misma de esas comunidades, sentíamos en carne propia sus pobrezas, falta de alimento, recursos, servicios públicos, etc. pero eso sí , una gran riqueza en cuanto a recursos naturales, aire puro y del bueno, sinceridad, responsabilidad, honestidad, ganas de aprender y una amistad que aún conservo con algunos agricultores muy longevos por cierto y descendientes de ellos en me los he encontrado en los Estados Unidos en esta aventura de ser migrante.

Estas vivencias, aventuras y experiencias marcaron definitivamente mi vida y forma de ser, aunando a la formación primaria de mis padres, mis casas de estudio y mis múltiples experiencias con muchos compañeros de trabajo en infinidad de instancias de desarrollo.

Maravillosa experiencia que me toco vivir porque conocí esa Guatemala profunda y que me hace sentirme orgulloso y más comprometido para seguir luchando por que todos los guatemaltecos tengamos las mismas oportunidades y dirigir este mensaje a todo funcionario público a que den esa milla extra, que no trabajen solo por un sueldo, sino que lo hagan porque realmente quiere ser entes de cambio para que donde interactúen se note el cambio, porque de lo contrario son SUELDEROS, únicamente.

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