Roberto Blum

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El libro Los primeros 5000 Años de la Deuda del antropólogo estadounidense David Graeber ofrece una crítica profunda de las ideas tradicionales sobre el origen y la naturaleza del dinero, que fueron cimentadas en buena medida por pensadores como Adam Smith en La riqueza de las naciones. Mientras que Smith defiende una visión del dinero y del mercado como herramientas de progreso y desarrollo económico espontáneo, Graeber propone una perspectiva alternativa en la que se cuestiona la idea del intercambio como fundamento de la economía. Este contraste entre Smith y Graeber revela diferencias fundamentales en la comprensión de conceptos clave como el dinero, el valor y las relaciones sociales y económicas, y ofrece un contexto más complejo y humano a las transacciones de intercambio voluntario que van más allá de la simple lógica del mercado.

Por ejemplo, en La riqueza de las naciones, Adam Smith plantea que el dinero surge de una necesidad práctica de facilitar el intercambio en sociedades en crecimiento. Según Smith, en las sociedades primitivas las personas comerciaban mediante trueques, intercambiando bienes y servicios de manera directa. Con el tiempo, esta economía de trueque resultó ser poco eficiente, ya que dependía de una coincidencia de necesidades: es decir, que ambas partes quisieran lo que la otra tenía para ofrecer. De acuerdo con Smith, para superar las limitaciones del trueque, la sociedad adoptó el dinero como un medio de intercambio universalmente aceptado. Así, el dinero es visto en la economía clásica como una herramienta neutral, que permite a las personas realizar intercambios más fácilmente y, por ende, fomenta la especialización, la productividad y el progreso económico.

Smith veía los mercados como sistemas emergentes en los que los individuos persiguen sus propios intereses, generando beneficios para la sociedad en su conjunto. Esta visión optimista del mercado sugiere que el dinero y el comercio son fenómenos naturales en la evolución de la civilización, vinculados al crecimiento y a la expansión de las capacidades humanas. Para Smith, la economía es, en esencia, un sistema de intercambio mutuamente beneficioso que permite a las personas satisfacer sus necesidades y mejorar su bienestar. De esta manera, el dinero, los mercados y el crecimiento económico son conceptos interdependientes que surgen de una evolución espontánea y racional en el comportamiento humano.

En cambio, David Graeber, en su libro Los primeros 5000 Años de la Deuda, ofrece una interpretación radicalmente diferente del dinero y del origen de los procesos que conforman la economía. A diferencia de Smith, Graeber sostiene que las sociedades antiguas no dependían tanto del trueque, sino de sistemas de crédito y deuda que permitían mantener relaciones económicas y sociales sin la necesidad de una moneda formal. Para Graeber, la deuda y el crédito existieron mucho antes que el dinero y el mercado, y fueron la base de las relaciones económicas y políticas entre las personas. De acuerdo con esta visión, el dinero no surgió de la necesidad de facilitar el intercambio, sino como una herramienta de control y poder, un medio que contabilizaba las deudas y los favores generados en las sociedades antiguas, estrechamente vinculada con las instituciones políticas y religiosas existentes.

En su obra, Graeber describe cómo las primeras formas de economía estaban organizadas en torno a redes de obligaciones mutuas y compromisos. En lugar de intercambiar bienes en un mercado anónimo, las personas se comprometían a ayudarse mutuamente y a devolver favores en el futuro, creando así una forma de crédito social. El dinero, según Graeber, comenzó a ser utilizado formalmente en contextos específicos, como para pagar tributos y deudas a los gobernantes o como medio de pago en tiempos de guerra. Esto contrasta con la visión de Smith de un sistema de intercambio voluntario, pues en muchos casos, el dinero surgió en contextos de coerción o dominación, reforzando jerarquías de poder y creando ciclos de deuda, quiebras y cancelaciones que han perdurado hasta nuestros días.

Curiosamente, la primera notación escrita que conocemos del concepto libertad es ama-gi en el idioma de los sumerios, que significaba literalmente el regreso a la madre, pero también la cancelación de las deudas y en ese sentido, la libertad del deudor.

Uno de los puntos clave en el contraste entre las tesis de Smith y Graeber es la visión que cada uno tiene sobre la naturaleza de las relaciones económicas. Mientras Smith consideraba que las transacciones son actos de intercambio voluntario y mutuo beneficio, Graeber argumenta que, en muchos casos, las relaciones económicas están basadas en obligaciones y en estructuras de poder. Según Graeber, el trueque directo entre individuos, como lo imagina Smith, rara vez ha sido la base de la economía en las sociedades antiguas. En cambio, la deuda y el crédito, en contextos sociales, fueron formas primordiales de organización económica. De esta forma, el dinero y el mercado no serían una evolución natural de los intercambios, sino herramientas que consolidaron sistemas de autoridad y control político y religioso.

Otro punto de contraste es la percepción del mercado y su papel en la sociedad. Smith ve el mercado como una fuerza positiva que permite a los individuos especializarse y beneficiarse mutuamente, fomentando el crecimiento y la prosperidad de manera generalizada. En cambio, Graeber sostiene que los mercados y el dinero, especialmente en sus inicios, no siempre generaron beneficios equitativos para todos. De hecho, el sistema monetario y de deuda contribuyó a la creación de desigualdades estructurales en las sociedades antiguas, y esas desigualdades se han exacerbado a lo largo de los siglos. Para Graeber, el dinero no siempre actúa como un facilitador de transacciones libres, sino que muchas veces es una herramienta que somete a los individuos a ciclos de deuda y dependencia, limitando su libertad económica y perpetuando las estructuras de poder.

Finalmente, el impacto moral y social de ambas perspectivas es significativo. Smith considera que el comportamiento económico basado en el interés personal tiende a generar beneficios para la sociedad en su conjunto, una idea que justifica la ética de mercado. Por el contrario, Graeber cuestiona la moralidad detrás del sistema de deuda, sugiriendo que las relaciones de crédito y deuda pueden llevar a abusos y al sufrimiento humano, especialmente entre las clases más desfavorecidas. En lugar de ver la economía como un sistema natural y benigno, Graeber la percibe como una estructura históricamente cargada de conflictos y desigualdades que deben ser comprendidos y confrontados.

Así, la diferencia entre la tesis de Adam Smith y la de David Graeber sobre el origen y la naturaleza del dinero refleja dos interpretaciones opuestas de la economía y su papel en la sociedad. Mientras Smith ve el dinero como una herramienta neutra y los mercados como mecanismos naturales de intercambio, Graeber los entiende como instrumentos de control social, arraigados en estructuras de deuda y poder. La visión de Smith subraya la eficiencia y la prosperidad que el dinero y el comercio pueden traer a las sociedades, mientras que la de Graeber nos recuerda los riesgos y los costos humanos de una economía basada en la deuda. Ambas perspectivas ofrecen intuiciones profundas y necesarias para entender la complejidad de las relaciones económicas modernas, y son esenciales para el debate actual sobre el papel del dinero, el mercado y la equidad en nuestras sociedades.

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