Roberto Blum

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La ciencia ficción y la ciencia real, aunque a menudo se perciben como campos separados, pueden entrelazarse de maneras fascinantes. Un ejemplo notable de esta convergencia es la comparación entre la psicohistoria, una disciplina ficticia creada por Isaac Asimov en su serie Fundación (1951-53), y la cliodinámica, una ciencia real desarrollada por el científico Peter Turchin. En ambos casos se intenta entender y predecir el comportamiento social humano a gran escala, pero desde enfoques diferentes: uno desde la imaginación literaria y el otro desde un análisis metódico, basado en modelos y datos.

Por ejemplo: la psicohistoria es una “ciencia futura” imaginada por Asimov, cuyo principal exponente es el personaje Hari Seldon. En el universo de Fundación, la psicohistoria combina matemáticas avanzadas, estadística y sociología, para predecir el comportamiento de masas humanas en vastas escalas de tiempo y espacio. Según Seldon, aunque el comportamiento individual es impredecible, las multitudes humanas siguen patrones predecibles, cuando se consideran en grandes números. Esta herramienta le permite a Seldon prever la caída del Imperio Galáctico y, a su vez, diseñar un plan para minimizar el caos y acortar el período de barbarie que sigue.

La psicohistoria tiene un atractivo innegable por su capacidad de combinar elementos de predicción científica con un cierto determinismo, algo que recuerda a las leyes de la física. Sin embargo, su naturaleza ficticia permite que funcione sin las limitaciones que enfrenta la ciencia real. En la psicohistoria se asume que, con suficiente información y el modelo matemático adecuado, el futuro puede ser predicho con precisión casi total. En la narrativa de Asimov, las variables y factores sociales están tan bien entendidos que pueden modelarse sin ambigüedad, una premisa difícil de alcanzar en la realidad.

La cliodinámica, por otro lado, es un enfoque científico desarrollado por Peter Turchin, un científico ruso-estadounidense, especialista en los fenómenos complejos y matemático, que aplica modelos cuantitativos al estudio de la historia. Turchin acuñó el término cliodinámica en honor a Clío, la musa de la historia en la mitología griega. Su objetivo es crear un marco interdisciplinario que integre historia, sociología, economía y demografía para entender los patrones subyacentes en la historia humana. A diferencia de la psicohistoria de Seldon, la cliodinámica no busca predecir eventos específicos con precisión, sino más bien identificar tendencias y ciclos que ocurren en las sociedades a lo largo del tiempo.

Uno de los principales conceptos en la cliodinámica es la idea de ciclos seculares, donde las sociedades pasan por fases recurrentes de integración y desintegración. Turchin ha utilizado modelos matemáticos y análisis de datos históricos para estudiar fenómenos como la guerra, la estabilidad social y las crisis económicas. Aunque su enfoque no es determinista como en la psicohistoria de Asimov, la cliodinámica proporciona un método empírico para comprender la dinámica de las sociedades humanas y su evolución a lo largo del tiempo.

Así pues, tanto la psicohistoria como la cliodinámica comparten la aspiración de utilizar métodos cuantitativos para comprender el comportamiento social humano. Ambas disciplinas reconocen que, las acciones humanas individuales pueden ser impredecibles, pero que, en el agregado, el comportamiento de las multitudes sigue patrones que pueden ser modelados y analizados, ya que existen diversas estructuras naturales y sociales que limitan y promueven las conductas de las personas. Sin embargo, las diferencias entre ambas son significativas y reflejan la distancia entre la ficción y la ciencia.

La psicohistoria opera bajo el supuesto de que, con el modelo adecuado, el futuro es predecible con un alto grado de precisión. Esto introduce un elemento casi omnisciente en el relato de Fundación, donde Seldon parece tener un control casi absoluto sobre los eventos futuros. La cliodinámica, en cambio, reconoce la complejidad y el caos inherente a los sistemas sociales humanos, los llamados sistemas adaptativos complejos (SAC). Si bien los modelos de Turchin pueden identificar tendencias y ciclos históricos, no pueden prever con precisión eventos específicos o el comportamiento individual. Evidentemente, la cliodinámica depende en gran medida de la calidad y disponibilidad de datos históricos, lo cual introduce limitaciones que la psicohistoria no enfrenta en el universo ficticio de Asimov.

La psicohistoria de Asimov, aunque ficticia, inspira una reflexión profunda sobre la posibilidad de prever y dirigir el futuro de la humanidad. La idea de que las ciencias sociales podrían algún día alcanzar un nivel de precisión comparable al de las ciencias físicas sigue siendo un tema de debate tanto en la filosofía como en la sociología. La cliodinámica, por otro lado, representa un avance real en el análisis histórico. Mediante su enfoque interdisciplinario y el uso de datos cuantitativos, ofrece una herramienta poderosa para comprender los patrones de colapso y renovación en las sociedades humanas. Aunque no puede predecir el futuro con certeza, puede ayudar a identificar los factores de riesgo y las condiciones que podrían llevar a crisis sociales.

Así, podríamos concluir que mientras la psicohistoria de Hari Seldon es un ideal fascinante de lo que la ciencia podría lograr en un universo ficticio futuro, la cliodinámica de Peter Turchin ofrece una aproximación más modesta pero realista a la comprensión de la historia humana. Ambas disciplinas, una imaginaria y la otra real, subrayan la importancia de buscar los patrones y estructuras en el comportamiento social a gran escala, desafiando la muy común percepción de la historia como una simple o compleja narración, o bien, la acumulación de hechos pasados, y cuál es nuestro papel en ella.

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