Roberto Blum

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El lenguaje es el elemento que define a la humanidad. Los seres humanos hemos utilizado el lenguaje para comunicarnos, expresar nuestros pensamientos, emociones e ideas, y transmitir los conocimientos adquiridos de generación en generación. El lenguaje es el instrumento que nos permite conectarnos, entendernos y desarrollar sociedades complejas. Podemos sin duda afirmar que el lenguaje es la matriz de la cultura humana y por lo tanto afirmar que el lenguaje es la esencia misma de lo que significa ser humano.

Desde que nacemos, tenemos la capacidad para aprender y utilizar el lenguaje. El lenguaje es una herramienta innata en el ser humano. Los bebés empiezan muy temprano a aprender los sonidos y los significados de las palabras de su propia lengua. A medida que crecen, adquieren mayores habilidades lingüísticas e incrementan su acervo de palabras. El desarrollo del lenguaje es un hito crucial en la vida de todo ser humano, ya que le abre un mundo de posibilidades y conexiones con otros seres humanos. Sin lenguaje no hay cultura ni probablemente pensamiento o inteligencia.

A través del lenguaje expresamos nuestras necesidades y deseos básicos, pero también compartimos experiencias complejas, tales como pensamientos abstractos, planes de acción, visiones del futuro, creencias, y valores. Es a través del uso del lenguaje que podemos transmitir nuestra cultura y tradiciones de una generación a otra, permitiendo con ello la evolución de las sociedades. Sin embargo, hay que enfatizar que el lenguaje humano, todas las lenguas existentes, las más o menos 7,100 según un reciente estudio, han sido creadas, desarrolladas y utilizadas por mentes biológicas de la especie homo sapiens. Hoy, por primera vez en la historia, estamos comenzando a compartir nuestra herramienta humana esencial con mentes no humanas, con mentes mecánicas alienígenas.

No podemos olvidar que el lenguaje juega un papel fundamental en nuestra propia identidad. La forma en que hablamos refleja nuestra procedencia, educación y cultura. El lenguaje nos da una sensación de pertenencia a un grupo y nos conecta con nuestras raíces. A través del lenguaje, expresamos nuestra individualidad y personalidad única.

El lenguaje también nos permite reflexionar sobre nuestro propio pensamiento y desarrollar una “teoría de la mente” que nos permite empatizar con otros seres humanos. A través del lenguaje, podemos analizar, cuestionar y evaluar nuestras ideas. Imaginar futuros posibles y planear acciones eficaces. Esta capacidad de autorreflexión nos ha llevado a un mayor entendimiento del mundo y de nosotros mismos, pero no podemos menospreciar que el lenguaje es una herramienta poderosa para influir en los demás y en la sociedad. Las palabras tienen el poder de inspirar, motivar y persuadir. A lo largo de la historia, líderes carismáticos han utilizado el lenguaje para movilizar masas y cambiar el curso de la historia. Las obras literarias, poéticas y discursos políticos han impactado profundamente en la forma en que percibimos el mundo y nuestras acciones en él. Todo esto resultado de mentes como las nuestras, mentes humanas.

Los modelos amplios de lenguaje (Large Language Models) utilizados por los recientes desarrollos de la Inteligencia Artificial como el chatGPT y otros, utilizan eficazmente nuestra herramienta humana esencial sin que nosotros seamos capaces de comprender los verdaderos mecanismos de los algoritmos por ellos empleados para formar y transformar nuestras culturas humanas por medio del lenguaje. En cierta forma hoy estamos compartiendo, quizás ingenuamente, la construcción, el desarrollo y la evolución de nuestra “noosfera teihardiana” cultural con inteligencias esencialmente ajenas a nosotros. ¿Será esto un riesgo existencial para la humanidad entera?

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