Me he pasado el último año hablando de política, principalmente con la intención de convertir mi podcast en un espacio didáctico, que es a lo que me he dedicado en los últimos tiempos desde este rol de analista y asesor político. Procuro mantenerme lo más objetivo posible, aunque resulta difícil dejar el corazón a un lado.
El tema de hoy es distinto, pero tarde o temprano tendremos que analizarlo como una necesidad nacional que exige políticas de Estado claras y concretas. El problema es que, poco a poco, hemos dejado de lado aquellos temas que no generan dinero de forma inmediata. La sociedad se ha transformado en una sociedad excesivamente “metálica”, que piensa casi exclusivamente en el dinero y en cómo obtenerlo de la manera más rápida posible. Este no es un problema exclusivo de Guatemala, ni tampoco es reciente. Hace poco, en el club de lectura con Alfonso Portillo analizamos el libro “La utilidad de lo inútil” que justamente aborda esta realidad.
¿Qué pasó? Guatemala está intentando abrirse camino y sobresalir en el mundo del cine. Cuenta con personas valiosas que han logrado éxitos importantes en este ámbito; sin embargo, el país enfrenta una serie de limitaciones: la falta de incentivos, de oportunidades, de recursos y, sobre todo, de una política nacional que sepa vender a Guatemala como lo que realmente es: un país maravilloso, con condiciones ideales para múltiples expresiones artísticas y creativas.
Esta semana, en Roberto Alejos Podcast, conversé con el cineasta guatemalteco, Kenneth Müller. Hablamos de su primera película, “12 segundos”. También sobre “Septiembre”, una película muy polémica que recibió fuertes ataques que, en mi opinión, terminaron generando aún más atención y curiosidad alrededor de la obra. Tampoco podía faltar conversar sobre la película «Gol de Plata», la película de la niñez y la vida del futbolista guatemalteco, Juan Carlos Plata. Hablamos de su trabajo más reciente, “Nebaj”, que presenta una mirada distinta a la versión tradicional que estamos acostumbrados a ver sobre el conflicto armado.
Leemos, escuchamos y vemos contenidos casi exclusivamente desde la perspectiva de la población perseguida por el Ejército de Guatemala y pocas veces encontramos relatos, libros o películas que aborden cómo vivieron ese periodo quienes formaban parte del Ejército. Ya en una ocasión Müller señaló que, el argumento, era una buena oportunidad para ponerse en los zapatos del otro, para escuchar una versión distinta de la historia.
Lo anterior invita a reflexionar sobre la necesidad del diálogo, de la búsqueda de consensos. Pero también debería llevarnos a pensar en lo mejor para el gremio: los cineastas guatemaltecos que cada vez son más, y aunque el avance, según mi punto de vista, es más lento de lo que me gustaría, comienzan a sobresalir y a alcanzar logros que merecen análisis, pero sobre todo acciones inmediatas.
¡No se vale desaprovechar este momento! especialmente cuando en el Congreso hay dos iniciativas que buscan la dignificación del gremio cinematográfico. Las propuestas, una de la diputada Victoria Palala y la otra de la Bancada Cabal, no deben verse como propuestas que compiten entre sí, sino como una excusa, un pretexto y, sobre todo, una oportunidad para abrir la conversación y construir algo que realmente valga la pena.
Vuelvo a insistir en la importancia del diálogo, la negociación y la búsqueda de aquello que nos une, y no de lo que nos divide. ¡Ya es hora de ponerle atención a este tema! No solo lo merece, sino que ya no puede seguir esperando. Se necesita más formación, más capacitación y un crecimiento real del gremio. También se requiere mayor apoyo del Estado, y no hablo de un gobierno en específico, sino de todos: los que están y los que estarán.
Pero el esfuerzo no puede recaer únicamente en el sector público. El apoyo del sector privado es clave para contar con la infraestructura y la inversión necesarias. Guatemala tiene una población creativa, ingeniosa y profundamente soñadora, que quiere llevar sus historias a la pantalla grande. ¡No se vale no darles oportunidad porque eso significa impedir que el mundo conozca a nuestro país y a su gente, algo que solo el cine puede lograr con la rapidez y el impacto que hoy se necesitan!
Que nos duela ver que, a pesar de que desde hace años existen grupos organizados que han trabajado incansablemente para impulsar una ley que permita obtener incentivos y apoyo tanto estatal como privado, estos esfuerzos no logran concretarse. Y que, peor aún, corramos el riesgo de seguir confrontados cuando la oportunidad de avanzar está justo frente a nosotros.
Que ese dolor se convierta en el motor para actuar, para involucrarnos, para exigir y para trabajar unidos en cambiar el rumbo de Guatemala a través del arte. ¡Caminemos, participemos… si no lo hacemos, no avanzamos!







