La crisis legislativa actual no solo refleja fracturas políticas, sino también la urgencia de recuperar el diálogo, la credibilidad y la coherencia institucional. Aquí les invito a analizar los desafíos del Congreso, la fragmentación del oficialismo y el papel clave que ahora asume José Carlos Sanabria.
El problema: Desde que el Tribunal Supremo Electoral estaba por declarar que el partido Semilla había obtenido votos suficientes para pasar a la segunda vuelta, el Ministerio Público presentó una resolución judicial que suspendía al partido, alegando que estaba siendo investigado bajo la Ley Contra la Delincuencia Organizada.
Los constituyentes siempre estuvimos atentos a evitar que el Ministerio Público tuviera poder sobre los partidos políticos, como ocurrió en el pasado. Por eso, se dejó claro que ningún partido podía quedar bajo su control. Sin embargo, tras las elecciones, Semilla fue suspendido con el argumento de que ya no era época electoral. La bancada oficial quedó sin reconocimiento legal y sus integrantes pasaron a ser diputados independientes, sin haber renunciado o ser expulsados del partido por el que llegaron. Así comenzó este gobierno.
Samuel Pérez fue electo presidente del Congreso, pero la Corte de Constitucionalidad ordenó repetir la elección de la Junta Directiva por incluir diputados independientes, lo cual prohíbe la Ley Orgánica del Congreso. La Corte salvó la transición presidencial y Pérez no, independiente continuó como enlace entre bancadas y gobierno, sin la potestad legal para ser jefe de bloque.
¿Qué pasó? Al principio, la alianza legislativa funcionó bien: se eligió Junta Directiva, presidentes de comisión y se aprobaron leyes de beneficio social, especialmente en salud, la Ley de Tarjetas de Crédito, entre otras. Pero esta etapa duró poco. Las negociaciones incluían acuerdos de cogobierno. Algunos diputados interpretaron que formar parte de la alianza les daba poder para nombrar funcionarios, especialmente gobernadores departamentales, como en el pasado.
Cuando estas expectativas no se cumplieron, la alianza se rompió y la labor legislativa se detuvo, como ocurre ahora. Más adelante, se reconstruyó la alianza con la aprobación de una ampliación presupuestaria que incluyó Q10 millones en obras para cada diputado que votara a favor, asignadas a alcaldes escogidos por ellos. Así se cerró el año: con una alianza que permitió elegir cortes, reelegir a Nery Ramos y aprobar leyes según la agenda de cada bancada.
Sin embargo, temas sensibles como el aumento salarial volvieron a generar divisiones profundas, que persisten hasta hoy. El gobierno perdió credibilidad ante los diputados, y aunque no está claro por qué, esa pérdida afectó especialmente a la bancada oficial y a sus dirigentes. Estos decidieron separarse y formar un nuevo grupo político: Raíces. Este fenómeno, aunque común en la dinámica política reciente, es ejemplo de lo que ha debilitado el sistema de partidos en Guatemala.
No corresponde juzgar las razones, pero Samuel Pérez ya no es el negociador entre las bancadas y el Ejecutivo. Ahora esa responsabilidad recae en José Carlos Sanabria, el nuevo jefe de bloque oficialista.
José Carlos Sanabria debuta como diputado, pero su experiencia en temas de partidos políticos es extensa. Es una figura cercana al Presidente, respetada en distintos círculos y valorada por su honestidad. Su desafío es considerable: debe posicionarse como el nuevo interlocutor válido del bloque oficialista ante el Congreso y liderar la reconstrucción de una alianza que permita avanzar con la agenda legislativa. También le corresponde dejar claro que, aunque no hay un conflicto abierto con quienes se separaron del bloque, esos diputados ya no forman parte del equipo de gobierno.
NO SE VALE que, además de leer esta columna, no escuchen la entrevista de esta semana en ROBERTO ALEJOS – PODCAST con el propio Sanabria. Para conocer a fondo su visión, vale la pena oírlo. Aunque es su primer periodo en el Congreso, demuestra claridad, firmeza y voluntad. Tiene la oportunidad, y la responsabilidad, de reencauzar el diálogo y reconstruir puentes entre bancadas. Pero para lograrlo, necesita respaldo político y que se le permita ejercer plenamente su rol.
Sanabria enfrenta una tarea compleja: convencer a todos los diputados de que ahora él representa a la bancada oficial, que es quien lidera y actúa como enlace con el Ejecutivo, y que recae en él la responsabilidad de recuperar la alianza que ya se venía trabajando. Para lograrlo, debe dejar claro que, aunque no existe distanciamiento ni conflicto abierto con los diputados que se separaron, estos ya no forman parte del equipo de gobierno.
YA ES HORA de recuperar la credibilidad en los partidos políticos.
De poner en el centro el diálogo, la negociación y el servicio al bien común (Que Ramos había logrado). Hay que poner fin a la confrontación estéril e insistir en una nueva forma de hacer política.
Que nos duela la situación del país, en la falta de acuerdos, de diálogo y el estancamiento legislativo. Para que ese dolor nos motive a actuar, a involucrarnos, a exigir, y a trabajar por cambiar el rumbo del país.