No hay nada más valioso en una negociación que el tiempo; y es imprescindible saber emplearlo a nuestro favor, lo cual no implica que, por tratar de negociar aceleradamente, los acuerdos deban necesariamente ser favorables o positivos, es un tema de cuando es el momento. Otro elemento que va de la mano es distinguir los intereses de las partes para plantear opciones legítimas que satisfagan todos los intereses.
Tras una negociación y acuerdo corto se resuelven problemas inmediatos sin que esto signifique satisfacción entre las partes. La falta de profundidad y análisis en los intereses sólo dan soluciones transitorias y apremiantes y, al final, las consecuencias terminamos afrontándolas los simples mortales.
Cuando miembros de los partidos políticos se convirtieron en disidentes al apoyar la conformación de la Junta Directiva del Congreso y dar así posesión al presidente Bernardo Arévalo, sólo buscaban reunir votos y alcanzar mayoría en la elección de la Directiva. Estos oponentes cambiaron de bando y se desmarcaron de quienes pretendieron evitar que el nuevo mandatario alcanzara la Silla Presidencial. Y, aunque la conformación de la Junta Directiva fue ilegal y hubo de repetirse, el objetivo se logró y se aseguró la investidura de Arévalo y su Vicepresidenta Karin Herrera, preservando el principio de alternabilidad.
Desconozco las interioridades de las reuniones y cuáles fueron los ofrecimientos. Creo estar seguro de que no se trató de dinero ni de obras y pareciera que el acuerdo fue cogobernar. En otras palabras, que tanto el partido ganador como aquellos que en ese momento eran aliados llegaran a gobernar. Pero, esa alianza nació débil porque la negociación se hizo con premura, sin profundizar en los intereses.
Esta semana no hubo reunión de Jefes de Bloque, por consiguiente, no hubo sesiones plenarias. Esto fue el resultado de la falta de negociaciones y acuerdos derivado de no aprobar una agenda que incluiría la elección del representante del Congreso ante la Junta Monetaria. Este tema ha develado que la alianza para elegir a la Junta Directiva y presidentes de comisiones no fue una verdadera negociación, sino un pequeño acuerdo que, en apariencia, no se está cumpliendo; no por mala o buena intención, sino porque la frontera de Pareto (conjunto de alternativas óptimas que establece un punto de equilibrio) quedó muy lejos.
Esta frontera, que es útil para muchos temas, nos sirve para definir cuántos aspectos quedaron adheridos a la negociación, cuántos no fueron incluidos, cuáles son las consecuencias de haber hecho una negociación presurosa y sin darle seguimiento. Esto, en su conjunto, es que hubo muchos intereses que nunca estuvieron en la mesa de negociaciones y ahora que están brotando empiezan a causar divisiones, roces y desconfianzas.
¿Incluyó la negociación para elegir a la Junta Directiva del Congreso y las presidencias de las Comisiones, la elección de representante ante la Junta Monetaria y las gobernaciones departamentales? No lo sabemos con certeza, lo que es palpable es la creciente división política nociva para el país.
NO SE VALE que las negociaciones de temas tan importantes para el futuro de Guatemala se hagan en base a puestos y cargos, y que no respondan a un verdadero plan de nación. El propio Congreso paga las consecuencias de haber negociado para el momento, casuísticamente, por casos particulares que hoy les pasa factura. Sus negociaciones fueron en torno a la transición y, una vez logrado ese objetivo, otros temas han empezado a relucir y, muy pronto también van a estorbar.
YA ES HORA que vean que la población está esperando un verdadero cambio de nación. Un cambio en la forma de hacer política y que esa clase política sea diferente a lo que todos llamamos “vieja política”; esto más bien está quedando sólo como eslogan, porque el rumbo sigue sin cambiar. Gobernar debe ser un tema de intereses generales, especialmente para la población más vulnerable, abrumada por el hambre, la falta de cobertura de salud y sin desarrollo integral.
No dejemos pasar más tiempo, no sólo porque éste es valioso, sino también porque es escaso. Es necesario sentarnos y no dejar pasar la oportunidad de reconstruir Guatemala. Anteriormente mencioné que era necesario refundar el Estado, lo cual motivó críticas y señalamientos en mi contra, pero realmente necesitamos un análisis rápido sobre dónde estamos parados, qué hay que hacer para satisfacer las necesidades de todos los sectores… Como dije, el tiempo es tan valioso como el oro; no dejemos que se nos escurra entre las manos y nos demos cuenta justamente cuando empiece de nuevo la campaña política.