Identificar puntos comunes, antes de abordar diferencias, es la premisa para establecer el inicio de una negociación. Esa identificación es el tip frecuentemente empleado cuando se impulsa la negociación frente a la confrontación. Igualmente se hace indispensable precisar qué buscan los actores, dicho de otra forma, si su pretensión es verdaderamente frenar la ola confrontativa o mantenerla como estrategia para la satisfacción de sus intereses o agendas paralelas. Frente a la coyuntura, es fácil creer que seguir confrontados es lo que pretenden sectores adversos al desarrollo del país.
Diversos son los síntomas para afirmar lo anterior. Muchos pretenden impedir que el partido ganador gobierne y se empeñan en mantener esa incesante confrontación a sabiendas que, si hay negociaciones es posible alcanzar acuerdos, acuerdos que obviamente se implementarán en aras del bienestar nacional ¡de las y los guatemaltecos! Es por eso que insisten en debilitar el sistema para, según ellos, demostrar que el perdedor lo hubiera hecho mejor porque ya gobernó una vez; y para quienes nunca han gobernado iniciar con su campaña “vote por mí a la próxima… yo lo haré mejor”.
La negociación, como ya dije en columnas anteriores, se basa en intereses lo que implica que, antes de sentarse a una mesa de negociaciones, debe existir claridad sobre cuáles son los intereses de las partes involucradas para poder distinguir los puntos comunes que sentarán una base positiva para negociar las diferencias antes de abordar esas diferencias.
Cuando una de las partes plantea cuál es su conveniencia, es apremiante preguntarse ¿por qué? y ¿para qué? puesto que al conocer sus intereses es posible visualizar lo que llamamos intereses subyacentes que no es más que aquello verdadero detrás de posturas públicas planteadas como el supuesto interés. Conocer esas tendencias reales nos dará una panorámica de las pretensiones del actor en la mesa de negociaciones y facilitará el camino hacia los acuerdos.
Será posible también, encontrar áreas en común que darán paso a un ambiente favorable en la negociación y detectar puntos de vista en común que facilitarán las discusiones en torno a lo que nos desune o lo que simplemente llamamos desacuerdos. Un ejemplo sencillo de lo anterior sería oponerse a que un edificio estatal se pinte de blanco. Para quien se opone, el blanco puede significar conveniencia para la otra parte, quizá representa el color del partido de gobierno; o bien porque significa transparencia e integridad, para quien se opone esto representaría una desventaja política, igual cuando hay oposición a que determinada empresa ejecute un proyecto, inmediatamente surgen señalamientos porque el interés real -subyacente- es que lo ejecute una empresa afín a los detractores. Ejemplos como los anteriores son comunes en la política guatemalteca.
Está comprobado técnicamente que hacer un examen a fondo de los intereses subyacentes hará viable focalizar una zona de confort que permitirá hablar abiertamente de los desacuerdos, pero hay que tener claro que aun cuando exista un fraternal ambiente y se tengan respuestas al ¿por qué? y ¿para qué? las mentiras también estarán presentes y hay que saberlas focalizar porque nadie querrá arribar a acuerdos que perjudiquen sus intereses tanto políticos como financieros.
NO SE VALE desperdiciar la oportunidad de sentarnos a la mesa de negociación y más aún ni siquiera intentarlo y perder el potencial de todos los sectores y de todas las ideologías para hacer un análisis de los principales problemas del país y preguntarnos si realmente queremos resolverlos mediante la negociación iniciando, obviamente por la comunicación y las buenas relaciones.
YA ES HORA de entender que muchos sectores, por fortuna cada vez menos, no quieren negociar y se alimentan y fortalecen de la confrontación porque es un lucrativo negocio, además, mantener confrontados a quienes toman las decisiones les permite seguir incrustados en el sector de incidencia para seguir con la corrupción.
El gobierno arribó ayer a su primer mes de gobierno y sigue manteniendo un frente abierto en el ámbito judicial por todos aquellos que se siguen oponiendo al cambio.