José Roberto Alejos Cámbara

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El 14 de enero, cuando fue electa la primera Junta Directiva (JD) del Congreso de la República vimos de todo, no puedo afirmar que hayan sido solamente negociaciones porque evidentemente hubo presiones, amenazas y otras formas de persuasión. Pero también vimos que es posible dejar de lado las perspectivas personales e identificar los intereses subyacentes, es decir, eso que realmente está tras los intereses. 

El momento fue propicio para muchos que más que caminar, corrieron para abandonar el partido que, si bien los llevó al Congreso, presionaba para seguir haciendo política a la manera antigua. Claramente no sabría identificar qué los inspiró, pero el “divorcio” se dio para bien general.  En las negociaciones para formar la nueva JD vimos como el otro grupo pagó las consecuencias de no haber podido negociar y en su lugar quiso imponerse en función de amenazas, prebendas y otras argucias que no satisfacía intereses a largo plazo, sino momentáneos y personales. 

Ahora se viene otras negociaciones con matices diferentes porque en la mesa está el tema de la integración de las comisiones de trabajo y las presidencias; y aunque pareciera intrascendente se negociará al personal, las oficinas, las jefaturas de bancada, la representación en la Instancia de Jefes de Bloque, el papel que tendrán aquellos que ya no tienen partido, y cómo lidiar con ese divisionismo que ya es notorio entre las agrupaciones generando decisiones unilaterales.  Es ahora cuando se requiere la búsqueda de soluciones con beneficio paralelo, creando y dando valor a cada parte sin dividirlos, buscar opciones de beneficio mutuo. Y la solución está en la metodología de Harvard que identifica, en primera instancia, al problema para luego enumerar varias posibilidades de resolverlo, o sea tener más de una opción que se proyecte en beneficio de las partes involucradas en la negociación, porque si en la ruta solo hay un beneficiado significa que no es posible hablar de opciones.  

Recientemente en “Roberto Alejos Podcast” hablamos sobre ganadores y vencedores y de cómo aquella persona o grupo considerado perdedor no debe ser sometido a la humillación caso contrario buscará venganza si hablamos de una guerra. Pero en una negociación, aunque la otra parte no tenga la razón algún beneficio debe recibir o de lo contrario, repito, no es negociación, porque se trata de un ganar-ganar. De encontrar salidas, de discutirlas y buscar solamente el aspecto positivo de estas y llegar a acuerdos. 

Hoy vemos las consecuencias de no haber trabajado entorno a negociaciones maduras y de altura; y aquellos líderes políticos acostumbrados imponer su voluntad porque tenían el poder, ahora que no lo poseen, se enfrentan a una rebelión de masas que no vislumbran opciones que satisfagan sus intereses, esos lideres ahora recurren a lo que en negociación llamamos alternativa. 

Muchos están viendo la oportunidad de desertar de su sitio de origen e inclinarse por otra alternativa dada la falta de opciones, intentarán satisfacer sus intereses bajo el techo de la alianza oficial no solo con la integración de la JD sino en la designación de presidentes de Comisiones, el reordenamiento administrativo, la designación de oficinas y definitivamente negociar que prácticas de antaño no pueden seguir aplicándose. 

NO SE VALE que después de haber experimentado la judicialización de la política en su máxima potencia al grado de poner en riesgo la alternabilidad del poder, no se conciba que solamente los acuerdos permitirán un verdadero y sólido plan de nación y para ello es necesario dejar de lado posiciones personales, pasar a la negociación y buscar opciones que beneficien, incluso a los derrotados.

YA ES HORA que la negociación se convierte en un principio, es una forma de vida dentro del ámbito político y en todo aspecto del diario vivir, pero es claro que los principios y valores; la ética moral y profesional no pueden ser producto de una negociación, porque deben ser aspectos inherentes de quien quiere negociar y si alguno carece de estas cualidades no merece estar en la mesa de negociación especialmente cuando en esa mesa se buscan opciones para procurar un mejor país.

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