La crisis política-social actual inició cuando decidieron ir “quitando” del camino a los contrincantes con posibilidades de ganarle las elecciones a Manuel Conde, el candidato del gobierno. Recordarán que en una de mis columnas vaticiné la fortaleza que este personaje tomaría, no solo por su experiencia política, sino porque contaba con toda una estructura de gobierno, un interminable presupuesto para campaña y un extenso equipo de alcaldes buscando la reelección; , todo esto lo convertía en un fuerte candidato para la segunda vuelta electoral.
El voto destinado a los contrincantes eliminados, como también lo mencioné en otra columna, empezó a fugarse en beneficio de la derecha, y luego se redireccionó hacia la agrupación Semilla. Fue entonces cuando intentaron frenar su participación tratando de suspender su personería jurídica; sin embargo, pero el intento no se concretó porque la ley electoral prevé únicamente penalización de campaña o de trámites electorales, no incluye el ámbito penal.
Al encontrarse con este valladar se fueron contra de las mesas receptoras de votos,; contra el programa de informática, contra el padrón electoral, y al parecer, ninguno de estos intentos funcionó. Por el caso contrario, ya debieron de haber anunciado una conferencia de prensa para dar a conocer los resultados de esas “investigaciones”.
Asimismo, también lo intentaron con el tema de las compras electorales, contra todo lo que, según ellos, podían permitirles armar un caso penal bajo los preceptos de cohecho activo o pasivo, aunque lo etiquetaron como fraude, precisamente porque lo que buscaban eras confundir a la población. Luego, se enfocaron en las cajas que contienen las actas y los votos, resguardadas en el Parque de la Industria, sin embargo, , su ahínco fue más allá y se dirigieron al Tribunal Supremo Electoral (TSE). Todo lo anterior devela lo que en diversas oportunidades he dicho no solo yo, sino muchos sectores de la sociedad: evitar están evitando que Bernardo Arévalo y su vicepresidenta Karin Herrera tomen posesión del cargo el 14 de enero.
NO SE VALE que continúe este estado caótico en el que estamos inmersos los guatemaltecos. Por un lado, hay un grupo defendiendo la democracia soberana ejercida a través del voto y a la vez manifestando su descontento por la imperante corrupción que galopa sin control; y otro grupo a quienes, desde la penumbra del poder, quieren convencer de que hubo fraude electoral y de que Semilla legalmente no existe. En las calles se vive en carne propia esa confrontación, que lamentablemente pudiera escalar.
YA ES HORA de frenar esas confrontaciones y, por consiguiente, los bloqueos. Para lograrlo hace falta el diálogo, pero un diálogo de altura entre quienes realmente dirigen los extremos, aunque ya quedó claro que de parte del gobierno no existe el menor interés den que esta crisis concluya. La lucha en las calles también se volcó al cansancio retenido frente a la corrupción y los abusos.
La lucha arrancó en las urnas al rechazar a la clase política actual y tradicional y se optó por algo diferente que, a lo mejor, no funcione, pero el intento de cambio se está haciendo desde el seno ciudadano y eso merece respeto. De llegar a un acuerdo, las partes deben estar satisfechas con el alcance de sus intereses, intereses que deben desembocar en el bien común y no personal.
Los que están en la calle han sido claros en cuanto a lo que pretenden, pero los que están en el gobierno son difusos y poco diáfanos. C, y claro está que no van a revelar qué es lo que realmente quieren, aunque todos sabemos que pretenden. ¿A caso no? ¡Están tratando de parar el proceso electoral!