Tras varias explicaciones en mis columnas anteriores, ha quedado claro que el voto en blanco es un voto que no sirve de nada, ya que, aunque manifiesta la voluntad de no querer votar por nadie, no tiene validez de tipo legal o jurídico.
En cuanto al voto nulo, recordemos que es todo voto representado con una marca que “se sale” de la casilla; es decir, cuando esa marca incluye dos, tres o más casillas, o bien cuando se “mancha” toda la papeleta obligando a su anulación y como consecuencia a la posible repetición de las elecciones. Pero, para llegar a este extremo los votos nulos tendrían que ser mayoría absoluta, es decir, la mitad más uno del total de votos válidos.
En caso de repetirse las elecciones, los partidos políticos no están obligados a cambiar a sus candidatos, y tampoco están obligados a competir con los mismos. Esto abre la oportunidad de inscribir nuevas propuestas, incluso podrían participar quienes no pudieron hacerlo, y bastaría que los postule un partido legalmente funcionando. En el caso de Carlos René Pineda, fue su partido el que no estaba en posibilidades de participar, de acuerdo con lo que manifestaron los tribunales en esta fase de judicialización de la política.
El voto nulo vale para cualquier candidatura: para alcaldes, diputados distritales y para el listado nacional, e incluso para los diputados al Parlacén. Esto significa que cualquier candidatura es susceptible de ser repetida cuando los votos nulos emitidos sumen la mitad más uno. En el caso de diputados por lista nacional y al Parlacén, la repetición se dará si se tiene la mitad más uno de votos nulos en todo el país, y aunque gane la mitad más uno en un departamento no implica la repetición; reitero, debe ser a nivel nacional.
Muchas son las voces que están haciendo eco al voto nulo, y aseguran que es una manifestación en contra de un sistema que ya colapsó y no ofrece opciones para escoger a alguien idóneo para dirigir al país, al municipio o para que representen a la ciudadanía en el Congreso. Dicen esas voces que es la forma de rechazar a la vieja política.
Quienes objetan el voto nulo aducen que con ello se debilita la democracia ya que regularmente quien vota nulo es alguien que votaría por los partidos minoritarios y estas agrupaciones al no recibir votos se desaniman, dejan de participar y optan por dejar el camino libre a los partidos grandes.
NO SE VALE generar confusión en la ciudadanía en torno al voto nulo. Ahora el tema está claro. Si a usted no le gusta ningún partido político y quiere que las elecciones se repitan marque las papeletas en cualquier lugar más allá de una sola casilla. No la deje en blanco porque, como ya dije, el voto en blanco no tiene validez jurídica.
Los detractores del voto nulo hablan de votar por el candidato de nuestra preferencia, aunque éste, según las encuestas, esté lejos de ganar. Aseguran, además, que es casi imposible que el voto nulo se alcance. ¿Por qué? Si del total de empadronados (9.36 millones) la proyección es que votará el 50%. (4.68 millones) que ya es una votación baja, para que se repitan las elecciones para Presidente se necesitarían por lo menos dos millones trescientos cuarenta mil votos.
YA ES HORA. Que meditemos nuestra decisión. ¡Faltan sólo 10 días para ir a votar!