José Roberto Alejos Cámbara

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El Estado de Guatemala se organiza para proteger a la persona y a la familia. Su fin supremo es la realización del bien común.  Pero, ya vimos que organizados no estamos, mucho menos hablar de proteger a la persona y a la familia,  insistiendo en que ésta es la primera Constitución que empieza con definir qué es la persona para después definir qué es el Estado.  La persona es, en este texto constitucional, lo más importante y por supuesto incluye a la familia, y es que en la época en la que vivíamos, si algo causaba temor era pensar en que podíamos ser perseguidos como personas por nuestra forma de pensar, de actuar, por nuestro pensamiento político, o simplemente porque pensábamos diferente y lo que queríamos no era usual.

Ahí mismo, dentro de la Asamblea Nacional Constituyente, se dieron casos de amigos constituyentes o amigos cercanos que no sólo habían sido perseguidos como personas, sino que por su forma de pensar, su familia se encontraba dividida. En esa época, Nineth Montenegro, quien después fue diputada por un largo y muy productivo período, tenía un papel relevante en las calles protestando por su esposo desaparecido, que por cierto nunca apareció y que no fue sino hasta la época de la desclasificación de los archivos de la policía, que se supo realmente qué había ocurrido. Amigos, como Víctor Hugo Godoy,  que también había perdido miembros de su familia, hasta socios, como Aquiles  Linares y su hermana Mirthala, se encontraban con familias sufridas en esa época.

El mismo Rafael Téllez, quien había tenido que vivir un exilio por problemas con nuestro propio Partido Revolucionario, contaba sus tristes  historias. En fin, la idea de proteger a la persona, a su familia, y a la familia en general, era producto de ese conflicto. ¿Qué ha cambiado? Pareciera que nada, porque aunque no vivimos en un conflicto armado interno, vivimos un problema de seguridad para las personas y para las familias, sin precedente. La violencia contra la mujer en aumento, la violencia intrafamiliar, los abusos a los niños, por sus propios parientes o miembros de su familia, son pavorosos. Sin ir tan lejos, el Estado se ha vuelto cómplice de muchas muertes cuando no resuelve los problemas elementales relacionados con la salud, el hambre y, aunque pareciera un tema trivial, el número de víctimas por accidente es impresionante, Y estoy hablando de las personas que mueren a diario o que abarrotan los hospitales por accidente de moto, que han aumentado en forma desproporcionada, producto de no tener  un buen transporte público.

Y es que en el tema de la familia hay mucho que hablar, porque hablar de proteger a la familia se ha confundido. Algunos lo hacen totalmente a propósito, definiendo lo que es una familia, en una ley que el Presidente de la República tuvo que vetar, porque dejaba afuera a familias integradas  por una sola persona, mamá soltera o papá soltero, viudos, no digamos la forma  ofensiva en ese caso, al decir que no debe reconocerse como familia si no es una familia tradicional integrada por un hombre y una mujer.

NO SE VALE que queramos manejar a nuestro antojo la interpretación de la Constitución. Nos costó, y es que siendo yo un católico practicante, no creo que exista la intención, en ninguna religión occidental, de tratar mal a las personas por el solo hecho de no ser lo que tradicionalmente se espera. Terminando, como ahora acostumbro, con un dicho popular ¿cuántas veces es una realidad cuando se dice que “padre o madre no es el que engendra sino el que cría”? CONTINUARÁ.

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