José Roberto Alejos Cámbara
Una de las primeras acciones de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) fue la aprobación del reglamento de debates para elegir a la nueva Junta Directiva y, que a la vez se viabilizara la toma de posesión de los constitucionalistas. Seguidamente se discutió un reglamento de debates, el equivalente hoy día de la Ley de Régimen Interior del Congreso.
Nuestro enfoque fue propiciar el debate, las expresiones y opiniones sin excepción, lo que trae a mi mente una anécdota que se convirtió en mi primer titular de prensa. Me atreví a pedir la palabra durante una de las sesiones, era mi primera vez, pero lo consideré necesario porque escuchaba que todos se referían a lo mismo, que todos se manifestaban a favor y a pesar de ello, todos seguían hablando y hablando.
Mi intervención fue sencilla: “Si ya todos estamos de acuerdo, ¿por qué siguen hablando? ¡votemos! Si continuamos así, esta Constitución estará lista para Navidad del año entrante” Y precisamente ese fue el titular de uno de los medios más importantes: “La Constitución estará en Navidad del año entrante, dice Alejos Cámbara”.
La nota se complementaba con declaraciones de expertos quienes criticaban mi desacierto y me recordaban que la palabra parlamento venía de parlare que significa hablar. Que no se llegaba a acuerdos si la gente no se manifestaba o bien si no había claridad de quienes estaban a favor o en contra. Recordaron que el Diario de Sesiones existía precisamente para eso: para dejar constancia de lo que cada uno dijera en representación de su partido político para que mañana ante la duda, se consultaran esas posturas.
Con 23 años, provocar un titular de prensa, ser primera plana y recibir la crítica de mis catedráticos universitarios y de los analistas políticos que señalaban: ¿qué sabe ese patojo imberbe? ¿para qué mandaron gente tan joven si no va a aguantar en el Parlamento? incluso vaticinaron que sería “alguien que no dejará hablar”, todo en su conjunto me provocó miedo y el deseo de no querer volver al día siguiente ¡pero saqué valor!
En uno de los pasillos me encontré con Roberto Carpio Nicolle quien era el presidente de la Asamblea, y pensé que también se uniría a las críticas, no obstante, y para mi sorpresa me dijo “…a tan corta edad y ya con un titular, no hay duda que llegarás lejos por expresar lo que sentís y porque te voltearán a ver por lo que decís”.
Al situarme en la actualidad veo que es todo lo contrario, y la queja es recurrente: no les dan la palabra a los diputados, lo que deja a la población vedada de escuchar a la oposición a no ser por las redes sociales. El problema está en que, desde hace mucho, incluso desde que fui presidente de ese organismo (2009-2010 y 2011) los debates ya se habían cambiado por críticas e insultos.
Tener que dejar en ley la prohibición de cambiarse de un partido a otro llamándolo transfuguismo ¿con qué necesidad? ese cambio debería ser castigado por la población (escribiré sobre eso) o bien tener que legislar en tormo a la interpelación por el supuesto abuso que se comete.
NO SE VALE impedir la expresión de la población, pero no permitir que un diputado o los mismos medios de comunicación se expresen nos hace darle crédito a lo que dijo George Orwell “Libertad de expresión es decir lo que la gente no quiere oír” (CONTINUARÁ).