José Roberto Alejos Cámbara
Al quedar instituido el Consejo de Estado a este se le encomendó formular el proyecto de una nueva Ley Electoral y de Partidos Políticos. Normativa que se constituiría elemento clave para el futuro de la nación pues por su medio se fijarían las normas de lo que se denominó “el gran proyecto de retorno a la constitucionalidad y al ejercicio pleno y permanente de la democracia”, sobre ello que deseo profundizar y seguiremos.
Pero hoy quiero recordar aquel 15 de septiembre de 1982, al cierre del discurso de la toma de posesión del Consejo, sus integrantes también fueron instruidos para elaborar “un documento por medio del cual se diera origen a una Comisión Nacional de Derechos Humanos, que velará porque los derechos fundamentales de la persona humana sean respetados, haciendo lo posible por poner dicha Comisión al margen de cualquier coacción” el encargo fue calificado por el presidente del Consejo, como un “gran acierto”.
“Aceptamos gustosos este encargo, pues tal como la Declaración Universal de los Derechos Humanos lo establece, la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales inalienables de todos los miembros de la familia humana” mencionó en nombre del resto de Consejeros.
Y continuó… “Por lo que el velar y garantizar que se respete: El derecho a la vida, el derecho a la seguridad e integridad física; el derecho a la justicia y al proceso regular, sin discriminaciones, el derecho a la educación, a la libertad de conciencia y culto, el derecho de vivir en su patria, a la vida privada, a su reputación y honra.
El derecho a la propiedad, a la libertad de pensamiento, a la participación política en libertad, el derecho a la igualdad de oportunidades”.
“Estos, amén de otros que son fundamentales para la plena realización de la persona humana, deben ser condición fundamental en toda la sociedad contemporánea justamente organizada. Nosotros cumpliremos con denuedo esta labor que se ha depositado en nuestras manos” mencionó ceremonioso.
De la fogosidad de estas palabras han transcurrido cuarenta años ¿En dónde quedó aquel discurso? ¿Qué sucedió con el precepto de respeto a los Derechos Humanos tan defendido? Con la nueva Constitución llegaron los gobiernos civiles, es imposible aseverar qué grupo ha sido mejor.
Lo que sí es posible distinguir es que la violación a los Derechos Humanos se ha convertido en cotidianeidad. La libertad de pensamiento y de expresión a través del respeto a la libertad de prensa ha sido pisoteada reiteradamente. Un caso fue el de VEACANAL cuya señal fue clausurada del servicio de cable a petición de un Presidente, poco se pudo hacer para revertir la decisión.
Luego se sumaron otros casos entre ellos el del periodista Juan Luis Font. «En este momento de tanta tensión provocada por denuncias espurias, he optado por poner distancia», escribió en sus redes sociales al salir de Guatemala.
En esta semana se tiene el caso de José Rubén Zamora, director del Periódico por quien hay preocupación tanto por su vida como por la posibilidad del irrespeto al debido proceso. ¡No podemos ser inertes ante la clara violación a la libre emisión del pensamiento!
Es necesario retomar la ruta del respeto a los derechos individuales y colectivos como base para vivir en paz en un planeta, en un continente, en una región, en un país o comunidad. No podemos incurrir en indiferencia, urge el diálogo político para alcanzar acuerdos y finalmente vivir en paz. CONTINUARÁ