Roberto Alejos Cámbara
La cantidad de propuestas serias y de investigaciones que durante años vienen construyendo intelectuales y académicos y, de forma natural, muy del sentir de las necesidades de las distintas comunidades y organizaciones legítimas de la población, es realmente un trabajo que no se toma con la seriedad que se necesita y que ahora urge. Por eso, insisto como dije la semana pasada, cuando hablo de la REFUNDACIÓN “podemos ser de ideologías distintas y con diferencias entre nosotros, pero si nos escuchamos, podemos construir sobre la base de lo que nos une y no seguir peleando por lo que nos divide”.
Ya vimos que no son las instituciones, los partidos, las leyes o los reglamentos; que no es un tema de dinero (aunque no lo tengamos): es un tema de humanos. Somos las personas y más las que hemos pasado por la función pública quienes somos los responsables de la situación que actualmente estamos viviendo. Y es que como ya lo vimos, tampoco habíamos pasado por temas tan vergonzosos como los que vemos en la actualidad, producto del descaro y de la indiferencia de los problemas de los demás, por la injusticia en general y por la desfachatez con la que muchos funcionarios públicos manejan su función.
Lo ideal sería un proceso de diálogo y negociación, que repetidas veces hemos explicado, porque aquí no se va a dar y porque los que lo hemos realizado, no se ha cumplido. Algunos han logrado avances y otros quedaron sólo en buenas intenciones, pero la sensación de que muchos de estos diálogos o procesos de negociación sólo sirvieron a los intereses del momento, esta ahí.
La REFUNDACIÓN, que también ya explicamos de que se trata, y que tiene que ser el producto de un proceso de respeto mutuo y que se escuche a todos los sectores, pero muy especialmente y con mucho interés, a los sectores más marginados. Estos son los sectores que vienen de abajo quienes pagan, y muy duro, el resultado de la situación actual, que tal como me explicaba un brillante académico, ahora en la Universidad Landívar, “…va mas allá de un Estado fallido. Esa categoría es bastante acotada para el caso tan polémico que estamos viviendo”. “La discusión debe ir mas allá del representante, hasta cierto punto ad-referéndum, para evitar los deslices del sistema político vigente”, me comentaba.
Este tema me ha dado la oportunidad de leer y darme cuenta, no sólo de la cantidad de tiempo que llevamos hablando de lo mismo, sin llegar a nada profundo, que de verdad cambie la situación. Por el contrario, se agrava.
Economistas y financistas como Fuentes Knight, Edgar Ballsels, Rolando del Cid, entre otros; académicos y estudiosos como Luis Mack, Maco Fonseca y varios que me tomó tiempo estudiar; intelectuales como Lionel Toriello a quien leí hoy con una propuesta por demás interesante; políticos que se convirtieron en historiadores como Víctor Hugo Godoy, Ricardo Gómez o el mismo Alfonso Cabrera: expresidentes con sus experiencias… en fin, como dijo Kennedy: “los hombres podemos arreglar los problemas porque los hombres los provocamos”. Hoy con el lenguaje de género obligado digo: Los humanos podemos arreglar los problemas porque los humanos somos los responsables de ellos. Empecemos por escucharnos: son muchos los temas.