José Roberto Alejos Cámbara
La idea de hablar de Refundación del Estado viene a raíz de que, al igual que muchos, creo que Guatemala es un estado fallido por lo que se hace necesario la Refundación del mismo. Hablar de Estado fallido es tema de periodistas y comentaristas, intelectuales y políticos, entre otros, que describe un Estado soberano que se piensa ha fallado en garantizar el acceso de la población a los servicios esenciales. Se acostumbra a medir el fracaso de un estado por dos grandes temas: Corrupción política e ineficacia judicial. Guatemala está en esa situación.
Jamás he pretendido decir que fui el primero en comentar que Guatemala se convirtió o va en camino a ser un Estado fallido. Cuando lo mencioné en una conferencia y luego propuse la Refundación, como propuesta de mi precandidatura presidencial, frustrada por no acceder a trabajar con los poderosos, el narcotráfico y el crimen organizado, fue como político. Soy un político dedicado a contar mi experiencia (buena y mala) y a buscar cómo, sin regresar a la política partidaria y menos a una candidatura de cualquier tipo, puedo ayudar a encontrar un método sencillo para retomar el camino o iniciar uno nuevo. De esa forma, se podrá cambiar lo que evidentemente está mal y que nos lleva a una caída profunda de no lograr el buen vivir del que se habla ahora, lo mínimo, para que los derechos fundamentales descritos en la Constitución y en los tratados mundiales se cumplan.
Menos pretendo convertirme en un académico o competir con los intelectuales progresistas que por años vienen estudiando el tema e investigando a las organizaciones que trabajan en propuestas serias sobre la Refundación del estado y las diferencias entre éstas, las que vienen de abajo, más agresivas y más profundas. Los centristas que plantean algo mas tibio y los poderosos, los que desde arriba proponen cambios que más parecen estudios de lo que ya conocemos está mal, pero con cierto miedo a la Refundación como proceso y, como consecuencia, la necesidad de modificar algo profundamente con la finalidad de provocar reformas coincidentes con la actualidad o para que nos conduzcan a un objetivo nuevo, de acuerdo con la nueva coyuntura. Refundar es igual a fundar nuevamente algo. Aclaro que no se trata de cambiar el concepto de República ni de cambiar las garantías constitucionales, ni los derechos individuales y colectivos ahí descritos.
La plurinacionalidad y el buen vivir trascienden los códigos del multiculturalismo liberal del republicanismo clásico y del neoliberalismo. Por lo tanto, estamos hablando de reformas constitucionales o de una nueva Constitución. De ahí la idea de darles a conocer la última propuesta de CACIF que toca temas que antes no tocaba y se adapta a la actualidad, además del trabajo Maco Fonseca que da muestras de lo mucho que hay por estudiar y comprender antes de presentar una propuesta. Trabajo, que seguro los intelectuales seguirán realizando y que hay que conocer con actitud integracionista y escuchar con tolerancia y mente abierta.
Como político, insisto en que antes hay que trabajar en leyes, pocas; o caemos de nuevo en no avanzar. Iniciaré por los temas recomendados por Edgar Ballsels; leeré a Piketty, entrando con fuerza al tema fiscal y tributario, a la ley del Servicio Civil, incluyendo la municipal, la función pública, empezando por las contrataciones; además del obligado tema electoral.