José Roberto Alejos Cámbara
En Guatemala ningún partido político se ha reelecto, y menos ha repetido en la gestión de gobierno y la cantidad de agrupaciones que han participado sobrepasa los cien. Popular se ha vuelto aquel precepto que aprendemos en la escuela y que en este país se puede aplicar a este fenómeno político: Nacen, crecen, se reproducen y mueren.
En el pasado los partidos conservadores surgían para apoyar los proyectos encabezados, en su mayoría, por generales o coroneles, pero partidos de izquierda, además de no estar permitidos legalmente, no surgían porque sus líderes eran amenazados, asesinados o simplemente los metían en “enredos” judiciales como recientemente sucedió con el ex titular de la SAT, Juan Francisco Solórzano Foppa. Hoy, los partidos ya no llegan a crecer como para reproducirse, y a excepción de la UNE de donde provienen los grupos TODOS y LIDER, la mayoría muere antes de crecer y reproducirse.
¿Las reformas electorales deben incluir reglas para que sea fácil conformar un partido? o ¿es fácil su conformación con la normativa vigente? Porque hoy, formar un partido, un grupo promotor, un comité pro-formación, proceder a recoger firmas de acuerdo al porcentaje de empadronados, conformar el comité ejecutivo provisional, verificar datos para autorizar asambleas municipales, departamentales y luego la nacional. Y después, esperar la convocatoria a elecciones para realizar asambleas municipales, departamentales y la nacional para nominar candidatos a los cargos de elección, a ello se suma el proceso de elección del nombre del partido, el símbolo, el slogan o promesa electoral. Se debe tomar en cuenta también el proceso de afiliación, revisar que no haya dualidad de afiliación, caso contrario, el responsable debe renunciar personalmente y ratificar la renuncia; además en muchas ocasiones se debe facilitar la ayuda económica para que obtengan DPI y empadronamiento.
No es fácil y menos rápido, pero, aun así, la proliferación de partidos continúa. Lo normal sería que después de un proceso, así de largo y cansado, los partidos deberían ser fuertes y duraderos, pero no lo son, ¿Por qué? Porque el secretario departamental, que es el diputado o candidato, escoge a cada secretario municipal, candidato a la alcaldía. El secretario general es el primero de la lista nacional, sino el candidato presidencial y por supuesto todos son miembros del Comité Ejecutivo Nacional para mantener el control y asegurarse una diputación porque allí, en el Congreso, está el poder. Es allí donde se reparten las obras, la plata, las plazas; además a instancia de jefes de bloque toma las decisiones que “más le convenga” y con eso sustituyó a los Comités Ejecutivos.
No se logró frenar el trasfuguismo ni tampoco la proliferación de partidos nuevos, será que prohibir que una persona tenga más de un cargo en el partido, que los electos no tengan cargo alguno, que no se puedan proponer candidatos en donde no tengan organización partidaria ¿servirá de algo?
¿No sería un paso importante establecer que para ser candidato fuera requisito un mínimo dos años de afiliación para impedir que los arribistas aparezcan a última hora porque tienen voto en el Congreso o más recursos? Sería un paso importante, pero es algo imposible porque quienes tienen que hacer los cambios han estado por años en ese mismo sistema y permanecen allí. Solo nuevos liderazgos podrían lograrlo.