José Roberto Alejos Cámbara
Cuando se convocó a la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) era posible participar como candidato con partidos políticos nuevos; con los existentes y tradicionales que, a la larga, eran corresponsables de la situación, y se podía, incluso por un comité cívico.
Se redujo la edad para participar a 18 años y los requisitos a casi nada. Pero se limpió la casa, porque, aunque se facilitó la participación de casi cualquier partido político, quedó establecido que “Ningún funcionario de los últimos tres gobiernos militares podía ser candidato”. Más de un 80% de la población votó con esas disposiciones, participaron por lo menos 19 partidos políticos y se tuvo como garantía la vigilancia del Tribunal Supremo Electoral (TSE).
Los militares de aquel entonces, muchos de ellos hoy miembros de la Asociación de Veteranos Militares de Guatemala (Avemilgua), propiciaron la participación libre que estaba constituida como prohibición constitucional. Fueron varias reuniones para motivar a los socialistas que permanecían en el exilio a ser parte, sabíamos que estas acciones eran la ruta hacia la democracia.
Entendíamos que, más que mantener el espíritu de aquella Comisión Electoral del Consejo de Estado tanto en tiempos del general Efraín Ríos Montt como de Óscar Humberto Mejía Víctores, el punto toral era encontrar los mecanismos para motivar más participación y superarlo.
Los jóvenes tuvimos apoyo cuando retuvimos el mínimo de edad, 18 años, para ser candidato a diputado y casi logramos que fuera también para la Presidencia. Mario David García, no llegaba a los 40 años ahora requeridos. Los partidos nuevos y los de izquierda que incursionaban por primera vez, tenían espacios con voz y voto.
Nos ocupaba seriamente cómo garantizar la participación y la representación de las minorías, cómo garantizar que los verdaderos líderes partidistas llegaran al Congreso, incluso se discutió que los candidatos que quedaran en los primeros lugares se convirtieran automáticamente en diputados para ser la voz de oposición adentro de donde se tomaría las verdaderas decisiones políticas.
Fue a raíz de este planteamiento que surgió, además de la existencia de diputados distritales, la nómina de diputados por lista nacional “electos” sin papeleta, para ser representantes de su candidatura presidencial de acuerdo a sus votos y garantizar con ello su representación ideológica. Pero ahora, su elección mediante papeleta, propicia malas negociaciones dada la certeza de alcanzar una curul. Se hace necesario discutir ese error en que incurrimos en las reformas del 93 al haber separado esa elección.
En relación a los distritos, la decisión fue totalmente a propósito, distritos electorales grandes con el método D´Hondt para el conteo de votos propicia no solo la participación de muchos partidos sino, la participación de muchas tendencias ideológicas, la representacion de las minorias.
Existe una corriente que promueve distritos electorales pequeños (reforma constitucional). Es digna de analizar la propuesta, pero propicia el bipartidismo, pero es, por el momento inconstitucional. La Unidad Nacional de la Esperanza (UNE) hubiera llevado al Congreso más de 90 diputados con este sistema. Eso buscamos?
Queremos que hoy, que casi no existen verdaderos partidos con ideología y permanencia, si no partidos que tienen el financiamiento y apoyo de los coptadores, se ponga en práctica la idea y sean 3 o 4 de estos los que dominen el Congreso, sin que haya voz de la oposición?