Está próxima la fecha que se dedica a rendirle un homenaje al maestro, aunque todos los días se le debiera tener en la cartera de los buenos recuerdos. Hay mucho que contar de nuestros maestros que nos dejaron enseñanzas para toda la vida, principiando desde la escuela primaria hasta la Universidad, si se tuvo la fortuna de alcanzar una profesión liberal. De la Escuela Primaria en Chiquimulilla, van mis agradecimientos para mis maestras y maestros que me enseñaron las primeras letras: Dolores Corado, Adela García, Pedro Aguilar, Tomás Gómez González, Abraham Iscamparí y mi recordado profesor Federico Morales Pivaral, que con entusiasmo nos puso en el camino para llegar a la Escuela Norma Central de Varones. En Esta Escuela tuvimos distinguidos maestros: don Paco Herrarte, don Manuel Cordero, don David Arroyo, don Alberto Castañeda, don Carlos Gordillo, don Héctor Nuila, don Amílcar Echeverría, don Chepe Valenzuela, don Rubén Darío, don Prudencio Dávila, don Paco Pérez, don Arcadio Madrid, don Chema Dardón, don Beto Chavarría, don Guayo Barrios, don Jacinto Aníbal Quiñónez, don Julio Galicia, don Gonzalo González, don  Rubén Ralón, don Roberto Sosa Silva, don Salvador Búcaro, don Mingo Gracias… De estos profesores que me recuerdo sólo vive el profesor Guayo Barrios. Luego llegamos a la Universidad de San Carlos y en la Facultad de Derecho tuve excelentes maestros como los licenciados Rafael Zea Ruano, Roberto Sosa Silva, Salvador Aguado, Flavio Herrera, Joaquín Pardo, Manuel Chavarría Flores, Vicente Rodríguez, Federico Ojeda, Benjamín Lemus Morán, Gonzalo Menéndez de la Riva, Julio César Méndez Montenegro, Julio Gómez Padilla, Mundo Vásquez, Rafael Cuevas del Cid, Mario López Larrave, Mario Aguirre Godoy, Humberto Hernández Cobos, Oscar de León Aragón, Feliciano Fuentes Alvarado, Carlos Hall Lloreda, Adolfo Molina Orantes, Gilberto Chacón Pasos, Carlos García Bauer, Francisco Luna, Toledo Peñate, Vicente Díaz Samayoa…en fin, un claustro de lujo. De mis años de estudio en la Facultad de Humanidades de la Universidad Landívar tuve maestros como el doctor Francisco Albizúrez y el padre Gallo. Ya graduado de abogado, probé iniciar estudios de medicina en la San Carlos y en un fugaz período tuve grandes maestros como los doctores Aguilera, Ochaita y Pierri, que fueron mis profesores de Anatomía, el doctor Alarcón en Neuroanatomía, el doctor Quán en Bioquímica y del curso de Histología y embriología fue mi profesor el doctor Sosa Galicia. A todos estos maestros les tengo un agradecimiento permanente, pues uno es producto de dos escuelas: la familia en donde la madre es la gran maestra y las instituciones educativas en donde recibimos la formación necesaria para transitar en la vida. Eterna gratitud a mis maestros que lo siguen siendo con su ejemplo y sus enseñanzas, aunque todos ya gozan de la existencia en otro mundo.

René Arturo Villegas Lara

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