Muchos libros deben tenerse al alcance de la mano, por ejemplo La Biblia, en donde me gusta leer y releer los proverbios, como el que dice que para todo hay tiempo en esta vida. Pero, también el Quijote, la obra cumbre de la literatura universal, que es toda una filosofía de la vida. Pues releyendo los subrayados en esta obra de Cervantes, me encuentro con el capítulo donde don Quijote se reúne con unos cabreros Aquí hay una reflexión en la que habla de La ley del Encaje y de lo que pudo ser la forma de vida en el tiempo de las utopías de Moro, de Canpanella, de Platón; y refiriéndose a problemas de la justicia y de la interpretación legal, dice que hubo un tiempo:
“Que no había fraude, el engaño ni la malicia mezclándose con la verdad y la llaneza. La justicia se estaba en sus propios términos, sin que la osasen turbar ni ofender los del favor y los del interés, que tanto ahora la menoscaban, turban y persiguen. La ley del encaje aún no se había asentado en el entendimiento del juez, porque entonces no había qué juzgar, ni quién fuese juzgado”
Y en una nota de pie de página se lee que, según el lexicógrafo Sebastián Covarrubias, que la ley del encaje es la resolución que el juez toma por lo que a él se le ha encajado en la cabeza, sin tomar atención a los que las leyes disponen. Esto tiene que ver con la correcta interpretación de las normas, al grado que el doctor Monterroso Salvatierra, quien fuera un excelente profesor en la Universidad de San Carlos, me decía que un curso de interpretación legal debiera ser obligatorio en los pensum de las facultades de Derecho, pues al fin y al cabo, tanto el juez como el abogado litigantes tienen que saber interpretar y aplicar la ley en los casos concretos. Y uno de los presupuestos de una correcta interpretación es, no solo el conocimiento de la materia de su competencia y regido por principios; y, principalmente con objetividad, para que sea una administración de justicia independiente. ¿Independiente de qué? De los prejuicios, de las posturas políticas, del temor a represalias, de la persecución y… es larga la lista, aunque la más infame resolución es la que se funda en las opiniones políticas del juzgador, porque esas encajan en su cabeza, pero no en el sentido de la ley. Actuar así es lo que don Quijote llama: La ley del encaje.