Se habla mucho de las elecciones de “segundo nivel” en 2026: la designación de magistrados del TSE, la designación de diez miembros de la CC, el nombramiento del Fiscal General y el nombramiento del encargado de la Contraloría General de Cuentas. Aclaro que ninguno de los procesos es realmente una elección. Para el TSE, una comisión de postulación propone una lista de candidatos, de los cuales el Congreso selecciona a sus integrantes; para la CC, cinco instituciones públicas -Presidencia, Congreso, CSJ, Colegio de Abogados y Notarios y el Consejo Superior Universitario de la Usac deciden cada uno un magistrado titular y uno suplente-; para el fiscal general una comisión de postulación presenta una lista de cinco personas, entre las cuales ha de seleccionarlo el Presidente de la República; y, finalmente, para la Contraloría General de Cuentas existe un procedimiento que tampoco es una elección.
Estas designaciones, no obstante, son importantes. De hecho, especialistas nacionales y extranjeros indican que sus procesos de designación son claves y que el descalabro actual de las instalaciones democráticas puede profundizarse, de seguir el Estado secuestrado por las mafias criminales y corruptas, o puede empezar una verdadera transición hacia la democracia. Empiezo con el TSE, por ser el proceso inmediato: el Congreso ha convocado a que se integre la Comisión de Postulación, que ha de ser de cinco miembros titulares y cinco suplentes, presidida por el rector de la Usac, cargo hoy usurpado por Walter Mazariegos. Un aliado de dicho personaje, el Decano de la Facultad de Derecho de la Usac, quien en su primer período apoyó la usurpación de la rectoría y para su segundo período, recién comenzado, hizo fraude, tiene asegurado su lugar, y los grupos mafiosos pueden todavía hacerse de uno de los tres puestos restantes.
Se entiende así el calificativo de “botín político” para la Usac, utilizado falsamente por Consuelo Porras para perseguir a gente honesta en la universidad, que si es para las mafias fuente de poder. Puede convertirse esta Comisión, en alianza con partidos políticos, en instrumento para la conformación de un TSE en manos corruptas. ¿Y qué peligro constituye esto? El TSE puede facilitar o bloquear la participación de fuerzas políticas y, mediante manipulaciones judiciales, puede dejar candidatos fuera del proceso electoral para presidente y Congreso o autorizar a candidatos sin llenar los requisitos.
Valgan algunos ejemplos de la pasada contienda electoral. Hubo tres contendientes para la presidencia que fueron vedados. Sobre dos de ellos, Arzú y Pineda, nunca convenció la razón de bloquearlos; pero la candidata del MLP, Thelma Cabrera, quien había quedado en tercer lugar en las elecciones anteriores, sufrió un proceso “güizachesco” para dejarla excluida. El ataque no fue dirigido contra ella; fue contra el candidato a vicepresidente, Jordán Rodas, que se inscribió con todas las de ley y, después, vía trampa de las mafias corruptas, se desautorizó su inscripción. Al no poder participar Rodas, Thelma Cabrera quedó automáticamente descalificada para participar. (Continuará)







