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La semana pasada ha sido de crisis de seguridad, con la confirmación de la fuga de veinte criminales de Fraijanes II, ayudados por personal carcelario, y la renuncia del Ministro de Gobernación y otros funcionarios a cargo del sistema penitenciario, que era indispensable ante dicha falla garrafal. Evidentemente, esa fuga no fue casual, producto de la habilidad de la mara del Barrio 18 para evadir un sistema sumamente poroso. Tiene las características de una maniobra de desestabilización, con el fin último de derrocar al gobierno de Arévalo y Herrera; pero con objetivos complementarios que reforzarían la condición de Guatemala como neocolonia gringa.

Los hechos favorecieron a la gente local que recibe órdenes del imperio, el cual intenta convertir a las maras en “terroristas”, para privarles de derechos y establecer Estados policiales y represivos (tipo Bukele, con estado de sitio desde 2022, y tipo Trump, con la destrucción del sistema democrático). Se apresuraron las y los diputados corruptos a aprobar la ley antimaras, con la definición de “terroristas” para sus miembros, la cual Arévalo será incapaz de vetar, como correspondería para no violentar el derecho nacional (Constitución) e internacional. Pero no es sólo ominoso que se nos ponga en dirección a ser otro Estado policial, sino que, para enmendar las fallas del sistema de seguridad, en vez de remover a la fiscal general por su incapacidad y obstrucciones al gobierno y su falta de contribución a la seguridad del país, el gobierno pide la ayuda del FBI y otras agencias de Estados Unidos, las cuales implementan hoy las políticas represivas de Trump. Otro error por innecesario servilismo -no es hincándose que Trump será benévolo con Arévalo; “mal paga el diablo a quien bien le sirve”- es olvidarse que la única fuerza digna proviene de países del Sur, y que nada se logra sometiéndose más a quien desprecia a Guatemala y su población, particularmente la migrante (los negocios de Trump son con la minúscula élite oligárquica y sus operadores).

Arévalo, si quiere llegar al final de su período presidencial y que Semilla/Raíces sobreviva, tiene que ver hacia el Sur. El ejemplo de Claudia Sheinbaum da la pauta; sin pelearse con el zar gringo, defiende la soberanía e intereses de México. Ante la cumbre americana anunciada para diciembre por la República Dominicana, ha manifestado que México no asistirá si, a petición del dictador gringo, hay exclusiones de países. La vía latinoamericana es la que debe seguir el Presidente de Guatemala. Sería mucho pedirle que declarara non grato al Embajador gringo por intervención abusiva en los asuntos internos de nuestro país; pero es obligado no ir a una cumbre excluyente. Si no, terminará regalando la soberanía nacional, como hace Bukele con su incondicionalidad a Trump y Milei con su entrega de Argentina al imperio por cuarenta billones de dólares (¿treinta monedas de plata?). Sería vergonzoso que el hijo del promotor del “no alineamiento” terminara alineado y alienado por el imperio. En octubre revolucionario, es el momento de enderezar el rumbo del país hacia la América Morena.

Raul Molina Mejía

rmolina20@hotmail.com

Nació el 20/02/43. Decano de Ingeniería y Rector en funciones de USAC. Cofundador de la Representación Unitaria de la Oposición Guatemalteca (RUOG) en 1982. Candidato a alcalde de la capital en 1999. Profesor universitario en Nueva York y la Universidad Alberto Hurtado (Chile). Directivo de la Red por la Paz y el Desarrollo de Guatemala (RPDG).

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