Mi artículo sobre este tema, hace dos semanas, terminaba con alusión al comercio y las alianzas de países: “Se pueden obtener productos de otros países, con igual o mejor calidad, a un precio menor, y nuestros productos de exportación…pueden ir a otros países. Es el momento de hacer alianzas latinoamericanas”. En esta semana se dio en Chile una importante reunión de jefes de Estado de Iberoamérica, a invitación del presidente chileno: Gabriel Boric (anfitrión), Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil), Yamandú Orsi (Uruguay) y Gustavo Petro (Colombia), junto al jefe del Gobierno español, Pedro Sánchez, se reunieron en Santiago, “para levantar una voz colectiva en defensa del multilateralismo, la justicia social y las instituciones democráticas frente al avance global de los extremismos de derecha y articular una respuesta a la guerra comercial del presidente estadounidense, Donald Trump” (Cápsula 222-25 de la RPDG). Se lamenta que el presidente Arévalo no haya participado en esta reunión, porque corresponde a lo que se ha sugerido para la defensa de la soberanía, dignidad y futuro de Latinoamérica.
La alianza natural de Guatemala es con México y el resto de los países centroamericanos, independientemente de las ideologías de sus gobiernos, porque son, particularmente, países expulsores de migrantes y la mayoría dependientes de sus remesas. Personalmente, me pareció acertada la declaración del Ministro de Relaciones Exteriores de rechazo a la agresión de ICE-Gestapo en Los Ángeles, afirmando que “la migración es un derecho humano”. En los hechos, sin embargo, nuestro país sigue sufriendo abusos del gobierno de Estados Unidos, sin que nuestras autoridades se animen enfrentarlos.
Es poco probable que nuestro país, solo, tome iniciativas en favor de las y los migrantes, por temor a sufrir más sanciones del inquilino de la Casa Blanca. El impuesto a las remesas, robo descarado de dinero del nuestros connacionales, y los aranceles impuestos por Trump a nuestras exportaciones, siguen vigentes, en tanto se realiza un proceso de largo plazo, guardado bajo secreto, para determinar si “nos merecemos o no su rebaja” y para sacarse de la manga, Trump o Rubio, nuevas condiciones atentatorias de nuestra soberanía (¿Le exigirán a Arévalo una base para agredir a Cuba, como en su momento hizo EE. UU. con Ydígoras?).
La presidenta de Honduras se pregunta cómo hará efectiva su promesa, en caso de sufrir deportaciones masivas de migrantes hondureños, de retirar la base estadounidense en Palmerola -se utilizó para agredir a Nicaragua durante la guerra “Contra”, organizada y financiada por EE. UU., y para apoyar la represión en Honduras y El Salvador. Hace varios meses, la presidenta Sheinbaum de México, al enfrentar las agresivas políticas de Trump, instó a los países de América Latina y el Caribe a unirse para defender sus territorios, sus recursos y sus derechos. Ahora que Arévalo se reunirá con ella, será el momento de hacer cierto el refrán “la unión hace la fuerza” y marchar a coaligarse con América del Sur y el Caribe, sin exclusiones, para iniciar un proceso irreversible de Segunda Independencia.