Raul Molina Mejía

rmolina20@hotmail.com

Nació el 20/02/43. Decano de Ingeniería y Rector en funciones de USAC. Cofundador de la Representación Unitaria de la Oposición Guatemalteca (RUOG) en 1982. Candidato a alcalde de la capital en 1999. Profesor universitario en Nueva York y la Universidad Alberto Hurtado (Chile). Directivo de la Red por la Paz y el Desarrollo de Guatemala (RPDG).

post author

Coincido con el planteamiento de los Pueblos Indígenas y fuerzas sociales y políticas en que es necesario elaborar una nueva Constitución, ya sea por la vía constitucional o mediante una revolución. El Estado actual, sometido a los designios de la oligarquía-burguesía-imperialismo, no responde más que a un diez por ciento, como máximo, de la población guatemalteca, por lo que debemos transformarlo, para que se corresponda con los cuatro pueblos que conforman nuestra sociedad -Garífuna, Ladino, Maya y Xinka-. Para lograr esto, no sólo debemos convocar a Asamblea Nacional Constituyente (ANC); debe garantizarse, además, la participación igualitaria en ella de los cuatro pueblos del país. No podemos exigir la simple elección de representantes; hay que establecer las características de la ANC.

La vía revolucionaria sería rechazar el Estado vigente, como se hizo en 1944, y convocar a una elección de ANC, con el mandato de redactar la nueva Carta Magna a plazo corto. La vía constitucional, por otro lado, nos lleva a procesos más lentos, para desarmar las estructuras políticas actuales, y permitir, a partir de nuevas condiciones, que se elijan representantes a la ANC que, con legitimidad, elaboren el texto de la Nueva Constitución. Sin duda, elegir representantes ante la ANC hoy nos llevaría a un ente dominado por la clase política vigente, que trataría de promover sus espurios intereses. Para la vía constitucional, entonces, son indispensables reformas constitucionales antes de convocar a la ANC, para quitar los candados que los “sectores dominantes” impusieron y establecer normas que respondan a los intereses de las mayorías.

Esas reformas deben remover el superpoder que se le otorgó a la Corte de Constitucionalidad (CC), porque además de determinar la constitucionalidad de normas y medidas que corresponden a un Tribunal Constitucional, se le convirtió en instancia última del funcionamiento del Estado guatemalteco, por la vía de los amparos. La CC debe desaparecer, por estar al servicio de los sectores poderosos y en contra del Pueblo. También deben desaparecer los “artículos pétreos”, que pretenden hacer inamovibles ciertos intereses de la clase dominante, y cambiarse sustancialmente las formas de elección, que actualmente permiten al corrupto sistema de partidos políticos el control del sistema. Esta primera fase se puede lograr mediante petición ciudadana de más de cinco mil firmas, mejor si respaldada por congresistas y la Presidencia de la República, para ser sometida a referendo. Una vez desaparezcan la CC y artículos nocivos de la Constitución, puede convocarse a una ANC plenamente representativa de los cuatro pueblos del país, que proceda, sin restricciones de ninguna clase, a establecer la Nueva Constitución, para un Estado plurinacional, multicultural, multiétnico y plurilingüe. Para lograr esto, la ciudadanía debe despertar. Tenemos que salir a la calle y exigir a los poderes reales, no al gobierno, que se tome un nuevo rumbo para el Estado y la sociedad.  No será lucha corta ni libre de problemas; pero será la única manera de forjar un Estado honesto, que extermine la corrupción y la impunidad.

Artículo anteriorEmbargo a Cuba debe terminar
Artículo siguienteInstituciones para la Formación política