Si bien lo ocurrido el 25 de junio fue sorprendente, el 20 de agosto será, con el triunfo de Semilla, un parteaguas en la vida política de nuestro país: violencia y odio en el pasado y optimismo y paz hacia el futuro. El imprevisto logro de Semilla de colocar a su binomio presidencial en segunda vuelta, ha sido el resultado de luchas diversas de la sociedad guatemalteca por enfrentar a la “dictadura de la corrupción”. Desde el 2020, se ha pedido la renuncia de Giammattei, por su autoritarismo y deshonestidad. Hizo del latrocinio, la corrupción y la impunidad el sello propio de su régimen. Bajo la conducción de CACIF, sus servidores en el Estado -los tres Poderes, la CC como superpoder, y las entidades autónomas que han dejado de serlo- han infestado todas las instituciones públicas, para usurpar el país durante décadas. En 2022, las mafias se tomaron la USAC con un falso rector, se apoderaron de la PDH, para paralizarla, y capturaron la CGC, para que los negocios turbios con los bienes del Estado no salgan a luz ni sus responsables rindan cuentas. Sectores honestos respondieron con la “Resistencia”. Fue clave la labor de SOS USAC para enfrentar y derrotar a las mafias nacionales y universitarias que querían “elegir” a Walter Mazariegos, y con otros sectores universitarios conformar la Resistencia Universitaria, que ha servido de ejemplo. Dado el ataque brutal del régimen contra operadores de justicia, periodistas y editorialistas, así como defensores de derechos humanos, se formó la Convergencia Nacional de Resistencia, que ha avanzado, en estos días, ante la amenaza de “autogolpe” de Giammattei, a Frente Ciudadano por la Democracia (FCD).
Hubo dudas sobre participar o no en este proceso electoral, sesgado a favor de la derecha desde su inicio, particularmente al fracasar los esfuerzos de constituir un Frente pro Honestidad. Fui uno de quienes afirmaron que aunque dispersos en cinco fuerzas políticas honestas –MLP, Semilla, URNG, VOS y Winaq– era necesaria una plataforma política de oposición a la “dictadura de la corrupción. Con el triunfo del 25 de junio, y los esfuerzos de las mafias de intentar desconocerlo, se ha abierto el espacio para una alianza democrática en torno a Semilla, ya sea que el partido esté o no en el gobierno de Arévalo. En su intento de destruir a Semilla, las mafias han contribuido a que surja un bloque político que defienda el florecimiento democrático. Nada de esto está asegurado todavía; pero se ha avanzado. Primero, hay que hacer ganar a Arévalo y Herrera. Debemos acudir a las urnas más personas de las que votamos en junio; particularmente en EE. UU., ya que la participación en la primera vuelta fue insignificante. Pueden ser treinta mil votos más. Todo voto debe ir para el binomio de Semilla. Y la lucha no termina ahí, si bien es clave la votación. Debemos fiscalizar el ejercicio del voto y, particularmente, debemos estar listos y dispuestos para defender el voto. Para que no nos roben la elección, con la mano en la conciencia, si las mafias dan el golpe o imponen a su candidata, insto a las y los conciudadanos al “estallido social” y ejercer el derecho a la rebelión.