Ante las tragedias que siegan vidas, personas insensatas se exculpan con “chivos expiatorios”. El Ministro Búcaro, que por ética debiese renunciar, ha culpado a los “coyotes” de la muerte por incendio de treintainueve migrantes en el centro de detención de Ciudad Juárez. El gobierno de Jimmy Morales trató de culpar a los padres de las cuarentaidós jóvenes incineradas en el Hogar Seguro “Virgen de la Asunción”, el 8 de marzo de 2017, que habían sido encerradas con candado y tratadas como delincuentes. Condeno la represión aplicada en Guatemala y en Ciudad Juárez, que fue detonante de las tragedias. Las causas de estas tragedias fueron muchas; pero la principal de ellas es la política represiva de Guatemala y la política mexicana plegada a la inhumana política migratoria de Estados Unidos.
La política migratoria del imperio es racista –rechazo de latinos, indígenas y afrodescendientes– es xenofóbica –existe pavor ante culturas distintas– es clasista –los ricos tienen vía libre, mientras que se desdeña a quienes sólo poseen capacidad de trabajo– y es ideológica –la derecha goza de privilegios, para llenar el país de conservadores (anticastristas, antisandinistas y antichavistas, entre otros). Para aplicar esta política, se toman medidas represivas, como los muros fronterizos, duras leyes para castigar la migración irregular, presiones fuertes y constantes sobre los gobiernos de México y Canadá, manipulación de los gobiernos peleles de Centroamérica, y restricción de la migración regular. Es política imperial y, por lo tanto, se modifica sólo en matices entre gobiernos Demócratas y Republicanos. Aunque el Embajador de EE. UU. presentó sus condolencias, la verdad es que a su país no le importan las tragedias de los migrantes del Sur y busca a toda costa detener la inmigración.
Es grande la presión estadounidense sobre México. Biden limita los programas de regulación migratoria; su preocupación es que los migrantes no lleguen a su Frontera Sur. Se exige a México que no tolere las caravanas de migrantes, particularmente de Centroamérica, y que proceda al “rescate” (eufemismo) de migrantes que se transportan y alojan clandestinamente. Dicho “rescate” es un secuestro por las autoridades mexicanas, que viola el derecho a migrar, con abusos de todo tipo y no pocas tragedias. En Guatemala, la prensa repite el término “rescate” y el gobierno servil a EE. UU. intensifica su lucha contra migrantes de paso. Se desactivan potenciales caravanas, al negar el ingreso a territorio nacional de transeúntes o deportar a quienes entran. El régimen guatemalteco es el más dócil a Washington. Denuncié los vuelos ordenados por Trump con deportados con COVID-19 y el transporte terrestre con deportados de México, cuando en Guatemala no existía capacidad alguna para enfrentar la pandemia. Y Guatemala ha insistido en ser el “tercer país seguro”, para enjaular migrantes provenientes del Sur. No ha sido serio con la solicitud de TPS ni ha presentado propuesta de visas de trabajo. Giammattei, para mantenerse en la presidencia, ha sacrificado a nuestros migrantes. Él y Biden son corresponsables de las reiteradas tragedias de connacionales.