Raúl Molina
Se celebra el 40º aniversario del inicio del trabajo en el campo internacional de la Representación Unitaria de la Oposición Guatemalteca (RUOG). Se logró que la Asamblea General de la ONU aprobara, en diciembre de 1982, su primera resolución sobre la situación de los derechos humanos en Guatemala, apenas nueve meses y medio después del golpe de Estado de Ríos Montt. Se asistió a las sesiones de la Tercera Comisión de la ONU con el nombre de Delegación Unitaria de la Oposición Guatemalteca (DUGO), integrada por Rigoberta Menchú, Luis Gurriarán, Carlos Gallardo, Frank La Rué y yo. Contamos con la asistencia administrativa de América Calderón y Meg Henry, de EE. UU. y tuvimos el apoyo de la URNG mediante su equipo político-diplomático. Hubo colaboración de ONGs, así como del Church Center for the United Nations, así como asesoría de los equipos político-diplomáticos de la oposición en Chile y el FMLN de El Salvador. Fue clave la receptividad de las Misiones ante las Naciones Unidas de los Países Bajos, Suecia, España, y países latinoamericanos como Cuba, Nicaragua y México. La solidaridad internacional fue esencial para que el tema de Guatemala se incorporara a la agenda de derechos humanos que vigilaba las peores situaciones en el mundo.
Empezamos en septiembre, desde una oficina que nos facilitó la Iglesia Metodista en el Church Center, y personas guatemaltecas en Nueva York se sumaron al esfuerzo de informar por escrito a la gran mayoría de los Estados miembros de la ONU. El cabildeo correspondió solamente a la DUGO. No fue trabajo fácil, pues había que enfrentar la propaganda del gobierno de Ríos Montt y la intensa campaña diplomática de EE. UU. para sostenerlo. La primera gran prueba ocurrió con la amenaza del ejército guatemalteco de perpetrar una masacre en San Luis Jilotepeque, población a la que rodeó con intenciones de aniquilar. Recibimos la voz de alerta desde Guatemala y, basados en todo el trabajo realizado en Nueva York, logramos que la delegación de los Países Bajos denunciara la inminente masacre. El gobierno guatemalteco se vio obligado a detener el operativo militar, no sin afirmar que la denuncia de la DUGO era falsa. Para entonces, ya se habían conocido denuncias de otras masacres y, con todas las evidencias que pudimos presentar en materia de desapariciones forzadas y ejecuciones extrajudiciales, finalmente la Tercera Comisión, y luego la Asamblea General, aprobaron la resolución que condenaba al Estado guatemalteco. No nos imaginamos que durante los siguientes dieciséis años, se reiterarían las resoluciones de condena a las graves violaciones de los derechos humanos en Guatemala. Solamente dos años después de la firma del Acuerdo de Paz Firme y Duradera se suspendieron finalmente dichas resoluciones, para concentrarse en el apoyo a la implementación de las disposiciones de dicho acuerdo, mediante MINUGUA. La DUGO se convirtió en marzo de 1983 en la RUOG, siendo integrada para ese entonces por Rigoberta Menchú, Gloria Torres, Rolando Castillo Montalvo, Frank La Rué y yo. Diez años después, Rigoberta recibió el Premio Nobel de la Paz, en diciembre de 1992. (Continuará).