Raúl Molina
Se notan ya resultados del trabajo internacional de la Resistencia Nacional para denunciar los atropellos de la tiranía, aislarla y lograr solidaridad para enfrentarla. Leí la iniciativa de la congresista estadounidense Norma Torres –quien pronto será acompañada por Delia Ramírez, otra guatemalteca– junto a otros representantes “para que se brinde apoyo a los esfuerzos anticorrupción y el Estado de derecho, en favor de la democracia en Guatemala”. Incluye congelar fondos para las entidades estatales de Guatemala. Igualmente, se había programado conferencia internacional en UDELAS, Panamá, que fue cancelada a última hora, ante protestas por invitar a Walter Mazariegos. Esto no cae del aire, al igual que declaraciones internacionales en apoyo del Juez Miguel Ángel Gálvez, incluidas del sistema de las Naciones Unidas y el Sistema Interamericano de Derechos Humanos. Es resultado del esfuerzo de connacionales que se esfuerzan internacionalmente a favor de la Resistencia Nacional.
Por dieciséis años, fui integrante del trabajo internacional por los derechos humanos y la paz en Guatemala, como miembro de la Representación Unitaria de la Oposición Guatemalteca (RUOG), con la cual logramos insertar el caso de Guatemala en la Asamblea General de la ONU, su Comisión de Derechos Humanos y su Subcomisión para la prevención de las discriminaciones y la protección de las minorías, así como activamos diversas acciones en la CIDH y la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Fuimos exitosos, al lograr que con la firma del Acuerdo de Paz Firme y Duradera en 1996, entre la URNG y el Gobierno de Guatemala, éste se viera obligado a renunciar a su política de violaciones sistemáticas de los derechos humanos y se iniciara el proceso de implementación del Acuerdo. La RUOG, con cinco miembros y el apoyo de unas doscientas personas guatemaltecas que se encontraban en el exilio, puso de relieve la crisis de Guatemala. Hoy, son muchas las personas que han debido optar por el autoexilio, con incidencia en países clave, y muchas más, las que viven en el extranjero y están indignadas contra el régimen de Giammattei y el CACIF.
La organización y movilización de parte de los cuatro millones de personas guatemaltecas que se encuentran fuera del país es hoy la tarea principal del trabajo internacional de la Resistencia Nacional. No será fácil, porque las redes de solidaridad del pasado fueron desactivadas, pensando ingenuamente que con la firma de la paz nuestro país caminaría hacia la democracia y el desarrollo humano; pero la indignación aumenta cada día. Detener la ayuda al Estado, particularmente de EE. UU. y la Unión Europea, cerrarle puertas al monumental endeudamiento y hasta suspender el envío de remesas son medidas que ya son debatidas en las comunidades guatemaltecas. Quienes adquirimos experiencia de trabajo internacional nos comprometemos nuevamente a acompañar a nuestro Pueblo y a trasladar esa experiencia a las generaciones jóvenes. Solicito el apoyo de quienes enseñen o escriban en el exterior y de quienes quieran aportar económicamente. Es el momento de la acción, hasta que caiga la tiranía.