Raul Molina
Escribiré sin tapujos. Aunque el Arzobispo de Guatemala titubeé y balbuceé “ser o no ser”, y no lo quiera reconocer, Guatemala es hoy una dictadura peor que la “dictadura de la corrupción” de Jimmy Morales; ambos gobiernos han sido igualmente malos y corruptos al extremo; pero nunca la captura de las instituciones democráticas fue tan completa y feroz como la que ha logrado Giammattei, pese a los infantiles reclamos de la Administración Biden. Todo tirano necesita de esbirros, es decir, encargados de cumplir las instrucciones que él dicta, sobre todo si dicho cumplimiento requiere del uso de mecanismos violentos. Son los que introducen maneras sofisticadas de agredir, para ganarse el favor de quienes dan las órdenes. En las circunstancias actuales, sobresalen en el mar de ineptos e incondicionales servidores Consuelo Porras, en el MP, y Gendri Reyes, en el Mingob. Sabemos que a su limitada inteligencia e incapacidad agregan el no tener escrúpulos.
Desde que Reyes llegó a Gobernación, a la PNC se le ha pedido “dejar actuar a los aliados” (exmilitares y grupos de apoyo en el magisterio y Salud) y ejercer represión, muy violenta, contra los opositores. Quienes han titubeado en actuar de esa manera han sido sancionados internamente, y para tenerlos a todos contentos ahora el Ministro pide un bono de seiscientos sesenta y seis dólares por policía, por los “servicios prestados”. En este año transcurrido, dos manifestaciones en la capital, infiltradas por el Mingob, han causado destrozos y quemas, permitiéndole a las fuerzas de seguridad operar con mayor violencia y capturar a supuestos responsables de “vandalismo”. Las acciones en El Estor, para brindar apoyo militar a las empresas mineras y agroexportadoras (incluidas las de drogas) en su rapiña de tierras, territorios y recursos, al igual que los desalojos brutales recientes en San Luis Petén y en Purulhá, muestran cómo actúan estos esbirros principales, retorciendo leyes y siguiendo, al pie de la letra, las instrucciones de los poderosos.
El MP, además de acentuar el atraco total contra los pueblos indígenas y ladinos pobres, tiene su propia agenda para poner las instituciones del Estado, que debiesen ser democráticas, al servicio pleno de la dictadura. Sus dos ataques frontales son: uno, contra los fiscales y jueces que han demostrado probidad y capacidad, sustituyéndolos, en aplicación de su proxenetismo de la justicia, con su gente de confianza; y dos, armando casos falsos, con pruebas falsas, contra opositores al sistema, como Bernardo Caal, César Montes y varios más, así como contra periodistas y medios de comunicación social que ponen al descubierto la podredumbre del Estado. A Giammattei se le ha pedido la renuncia desde hace mucho tiempo; pero al ser un politiquero sin ética no lo hará en tanto EE. UU. y CACIF lo toleren. Los esbirros, sin embargo, en particular en Gobernación y el MP, deben expulsarse, por la vía que sea, al plazo más breve posible. No hay que esperar a que pronto termine el período de Porras, ya que cada día que pasa hace daño inmenso que no se debe tolerar más. Junto a ella debe salir también Reyes. ¡Que se desgrane la mazorca de la corrupción!